Capítulo 25: Bromita inofensiva

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Aún no había amanecido cuando abrió los ojos, se estiró perezosamente en la cama y una sonrisa curvo sus labios, era un precioso día para… Vengarse del idiota.

Salió de su cama muy animada, después de la discusión con Andrew se había acostado y no había podido dejar de pensar en lo sucedido, aunque continuaba muy enfadada con él, debía admitir que también se sentía… Desilusionada, o decepcionada, era algo muy extraño que nunca había experimentado.

El hecho de la decepción por que ambos habían reconocido y afirmado que no había ningún interés el uno en el otro, era algo que no se habría imaginado sentir nunca, pero así era, por lo que se sentía algo asustada.

Dejó de lado sus pensamientos y sonrió deseosa de ir a hacerle una visita a Andrew, todavía quedaba un buen rato para que amaneciera, así que no había nadie despierto, se asomó al pasillo silenciosamente, y como había imaginado, no había ni un alma, se dio cuenta de que llevaba el camisón que había utilizado para dormir, pero se encogió de hombros sin importarle mucho, nadie la vería.

Caminó sigilosa hasta llegar a la puerta de Andrew, antes de abrirla apoyó la oreja intentando oír cualquier signo de que estuviera despierto, pero no se escuchaba nada, así que con cuidado giró el pomo abriendo la puerta, este hombre era idiota hasta para no cerrarse la puerta con llave, en fin…

La habitación no estaba tan a oscuras como se había imaginado, ya que el tonto se había dejado una vela encendida, observó la silueta de Andrew en la cama durmiendo boca abajo, con el rostro a un lado y los brazos acomodados en la almohada.

Entró cerrando la puerta con cuidado, Andrew dormía sin percatarse de absolutamente nada, así que, el plan venganza contra el idiota estaba en marcha.

Bueno, no era tan una venganza, más bien era una bromita inofensiva que no le haría daño a nadie, bueno, a él sí, pero que se aguantase.

Lo más silenciosamente posible, se acercó a la mesa dónde Andrew había dejado sus pertenencias, agarró las prendas de ropa que había traído para el viaje, y se acercó a la ventana, abrió con cuidado y al escuchar el leve ruido se giró para comprobar si Andrew seguía dormido, y así era, no se había movido.

Asomó la cabeza por la ventana, esta daba al patio trasero, que era prácticamente todo prado, y con una sonrisa maliciosa, lanzó la ropa y observó cómo caía en el césped.

Se giró sonriente, al escuchar un suspiro se tensó de pies a cabeza, Andrew se removió bajo la sábana, se colocó de lado y siguió durmiendo, esta vez la que suspiró fue ella aliviada.

Siguiendo con su plan, se acercó a la bañera, al lado de esta había un estante con toallas y una pastilla de jabón, agarró las toallas y las lanzó también por la ventana.

Ahora sí el idiota tendría dificultades para cubrirse.

Buscó con la mirada las llaves de la habitación y las úbico en la mesita de noche que había en el lado izquierdo junto a la cama, con pasos silenciosos se acercó lentamente, Andrew estaba justo al lado de la mesita, así que tendría que ser muy precavida, aunque había podido comprobar en varias ocasiones, que para despertarlo hacía falta una tropa, o bien, un cubo de agua como la otra vez.

Ahora que lo pensaba, ayer un cubo de agua helada, hoy sin nada con qué cubrirse, eran peor que dos niños pequeños, pero bueno…

Observó a Andrew dormir plácidamente, hasta le dio pena, pero recordó todo lo que se habían dicho la noche anterior y como se habían comportado, porque aunque él hubiera iniciado la discusión, ella también le había hablado mal y le había dicho que no le interesaba en ningún aspecto, al igual que él a ella… ¿Se estaba dejando llevar por el enfado y la decepción, además de la rabia por sentirse decepcionada y no ser capaz de comprender por qué le afectaba tanto?

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