No. 78 . Cuando deja de ser una obligación

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Compañero.

Compañero.

Él me lastima...

Mi mascota rebelde me lastima.

Alberu apretó los labios, una cueva burlona en su boca. Él no te entiende.

Un jalón, pequeño, débil, en su ropa, le hizo bajar abruptamente la mirada, se enfrentó a ojos rojizos, como el cinabrio, enfrentandose a los suyos con una calma que antes no había estado ahí.

Cale había tomado la manta y se cubrió con ella, la mano que no se aferraba a su ropa sostenía la manta que cubría su desnudez. "Le duele", fue lo que dijo, extremadamente tranquilo.

Alberu ni siquiera parpadeó, atrapado en esos hermosos ojos, cuando el agarre en su ropa vaciló, libero su control en el collar; Baal dejó de lloriquear. "No lo lastima", susurró Alberu, arrodillandose lentamente frente a su esposa. "No podría lastimarlo aún cuando es tan arrogante para creer que yo soy la mascota", sus manos temblaron por un instante. "¿Podría tocar tu rostro?".

Con esos ojos en los suyos, Cale realmente creyó que si decía que no, el príncipe no lo tocaría.

"No", respondió, evitando sus ojos.

Las manos de Alberu, que habían estado a medio camino, se detuvieron, tensas, entonces las bajó lentamente. "¿Puedes levantarte solo?".

En respuesta, Cale se puso de pie y caminó de regreso a la cama, mirando a Baal que aún gimoteaba.

"¿Algo duele?", susurró con dulzura, extendiendo la mano y acariciando el pelaje suave del león.

Baal le miró con ojos llorosos, gimoteando.

Alberu...Alberu quería arrancar esos ojos. El pequeño embaucador realmente me la ha jugado, pensó, apenas ocultando la sonrisa histérica de su boca. Me sentiría orgulloso si no estuviese tan enojado.

"Recuestate de nuevo", le dijo. "La fiebre aún no baja, ¿Crees que puedas comer algo?".

Los hombros de Cale se levantaron, encorvandose mientras le daba la espalda a su esposo. "Deja de ser tan amable".

Es como si el miedo nunca hubiese tocado sus ojos, Alberu miró intensamente al chico. ¿Se adapta tan rápido? ¿Se resigna tan rápido? ¿Finge tan bien?

Cualquiera de esas razones era demasiado triste para detenerse en ellas por mucho tiempo.

Cale se recostó en la cama al lado de Baal, la bestia se enderezó, acurrucandose contra él.

"No es necesario que seas amable, sé comportarme, no soy estúpido", todo el tiempo, Cale le dió la espalda. "No soy lo que esperabas, pero no te avergonzaré frente a nadie".

El príncipe volvió a su asiento junto a la cama.

"¿Cómo alguien tan magnífico como tú podría avergonzarme?", preguntó, acallando la ansia desesperada por tocarlo.

Quería tocarlo, necesitaba tocarlo, para saber que estaba ahí, que no era un sueño más, que no podía ser un sueño más...si despertaba solo de nuevo, en esa fría habitación tan grande que sus sombras parecían tragarlo, él...tal vez esta vez, Baal no podría detenerlo si decide saltar por la ventana.

Alberu apretaba los puños tan fuerte que sus manos temblaban. Creí que sería diferente, no más fácil pero nunca imaginé que su rechazó sería así de doloroso.

"Cale", lo vio encogerse, buscando la protección de Baal y su corazón dolió un poco mas. "Quiero estar contigo", sonrió, frágil, dolorosamente. Vio a su esposa estremecerse, como si eso hubiese sido una noticia terriblemente impactante. "Pero también quiero sentir que quieres estar conmigo".

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