Capítulo 56

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10 de mayo del 2023

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10 de mayo del 2023

Me sobresalto ante el ruido fuerte que proviene del baño, la oscuridad baña el establo y Layden no está a mi lado en la cama, me deshago de las mantas qué me cubren y me apresuro al baño.

Las luces están encendidas y la espalda desnuda de Layden se mueve rápido por cada respiración, sus manos apoyadas en el lavamanos y su rostro hacia abajo, cubierto por su cabello mojado, sus jadeos son todo lo que escucho al entrar.

—¿Chico whisky?

—Vete Gavin, no es un buen momento. —habla y su respiración es cada vez más fuerte, intento acercarme.

—¿Layden qué sucede? ¿Tienes pensamientos malos? ¿Quieres que llame a Félix y...?

—¡Gavin, fuera del baño! —grita y me sobresalto, su grito me retumba en los oídos.

Por fin me da la cara y en definitiva no tiene nada que ver con Félix, ni es una crisis, un nudo en mi garganta se instala, no puede ser.

El chico whisky respira con dificultad, su rostro está rojo y sus ojos dilatados, sus pupilas se mueven en todas direcciones en sus ojos, su mirada se pierde y sus manos tiemblan, aprieta sus puños con la suficiente fuerza como para romper la piel de sus palmas, intento acercarme, pero me sigue gritando qué me vaya.

—¡Explícame que te sucede y tal vez así me vaya! —grito y Layden se jala el cabello con sus manos en frustración.

—¡No se callan! Vine al baño, no podía dormir, no tenía sueño, me lavé el rostro y pensé en sentarme afuera hasta que el sueño me llegara, pero cuando por un segundo mis ojos se dirigieron a mi reflejo en el espejo... ¡Mi mente enloqueció! ¿Me amas a mí o a mi parte maldita? ¿En serio puedes amar a alguien que te está condenando? ¿Me amarías si fuera ese Anteros cegado de amor?

Grita y su mirada desenfocada en serio me asusta, me hace retroceder hasta chocar contra la pared a mi espalda, sus manos temblorosas toman mi mandíbula con la suficiente fuerza como para hacerme daño.

—Layden suéltame, vamos, cariño. No escuches a esas voces, te amo completo, te amo ahora y te amaría antes. —digo en un intento de que me suelte sin usar mis lágrimas, su agarre sigue apretando en mi rostro y sus ojos se van hacia atrás.

Sus ojos se ponen en blanco y su cuerpo tiembla, retrocedo ante la imagen y el chico whisky comienza a llorar, no entiendo nada, ¿se va a destrozar él mismo? ¿Va a dudar de su propio amor y eso hará que se cumpla la estúpida maldición?

—¿Me amas? ¡¿En serio lo haces?! Maté a un hombre, no estaba maldito, estaba en todos mis sentidos, lo obligué a saltar de un precipicio, ¿me amas aún así? —grita y su agarre no disminuye, aumenta, grito intentado qué me suelte, está clavando sus uñas en mi piel.

El suicidio de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora