Capitulo 31 parte II

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—Angel.

—¿Hm?

—He estado pensando y... No quiero morir siendo virgen.

Aunque mi mirada seguía vergonzosamente enfocada en el techo no pude evitar mirar en su dirección de soslayo cuando no recibí respuesta alguna. Y para mi sorpresa, se había quedado tal y como estaba, con la diferencia de que había dejado de leer en su escritorio pues ahora se había enderezado en su sitio y su mirada apuntaba a la pantalla del ordenador apagado frente a él.

Como si se hubiera paralizado de repente ¿Acaso dije algo malo?

—¿Angel? —lo llamé, y supe que me escuchaba porque suspiró.

Entonces se dio la vuelta sobre la silla con ruedas y no pude interpretar su expresión, pero estaba serio, muy serio.

—Dos cosas; no puedo creer que tu miedo no sea morir sino morir siendo virgen, y tampoco puedo creer que lo hayas dicho como si estuvieras segura de que vas a morir.

Vuelvo a ver el techo, me disgusta cuando me habla en ese tono, me hace sentir pequeña, se nos notan las edades.

—No vas a morir, Gretta ¿De acuerdo? No es eso lo que la vida quiere para nosotros, nos queda mucho por delante.

—¿Cómo estás tan seguro?

—No lo sé, pero lo estoy.

No dije nada, no quería discutir con él, no ahora que me estaba sintiendo... Así de extraña.

O no extraña, de hecho, la sensación es similar a la que sentía cuando indagaba sola en la biblioteca de la mansión sobre reproducción y anatomía femenina, así que no es que sea tan desconocida. Pero es mucho peor, es... Casi desesperante, como si algo me impulsara a querer intentarlo. Antes el tema solo me daba curiosidad, ahora es más que eso. Pues anteriormente era leal a los principios inculcados en mi cabeza.

Pero ahora... Lo veo ahí, frente a mí. Con ese cabello ondulado y rubio como hilos de oro sobre su cabeza, sus labios finos y rosados. Esos brazos fuertes como resultado de buen ejercicio al igual que sus piernas, esos ojos azules viéndome en silencio tan fijamente. Un par de zafiros en los que me perdería eternamente. Ahora que lo veo tan bien, no lo sé, me produce sensaciones nuevas que quiero probar, que quisiera saber hasta dónde puedo llegar.

Angel es tan angelical e inocentemente atractivo, que irónicamente me lleva a querer pecar de todas las formas existentes solo por él.

Y puede que eso haya sonado bien, pero cuando hablo de pecar no solo me refiero al placer.

Podría matar por él. Puedo ser diez veces más peligrosa por él, y no estoy segura de si eso está bien. Pero es lo que siento, es como soy.

Ese es mi instinto.

—Si no quieres que muera, haré de todo para mantenerme en una pieza.

—Eso me deja un poco más tranquilo. Pero no quiero que solo sobrevivas por nosotros, sino también por ti misma.

Regreso a mirarlo, sigue con las piernas cruzadas sobre su silla. Pero no sé por qué me está viendo así, tan serio. Me hace sentir alerta y me deja quieta, sintiendo que si me muevo pasará algo.

¿En serio dije algo malo?

—Bueno, respecto a lo otro —se relame los labios—... Eso si es algo que podemos resolver los dos.

De nuevo el mutismo.

¿Y ahora que se hace?

Mi corazón comenzó a acelerarse cuando se levantó de la silla, se quitó los lentes para leer y los dejó de lado en el escritorio. Yo también me incorporé quedando sentada en el centro del colchón, esperando no se qué, pero algo. Angel tomó asiento en la orilla sin dejar de mirarme como si me analizara toda, y eso solo me hizo sentirme peor, está muy lejos. Lo quiero más cerca.

Bloody Mary #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora