Capítulo 27

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Seis de la mañana, mi tía debió irse a trabajar y mi tío no se en dónde estará, creo que fue a comprar más café. Ocurrieron muchas cosas de las que no todas soy consciente. No cumplí la promesa que me hice y terminé bebiendo demás. Bailamos hasta que ya no podíamos más, Erik pidió un plato de comida basura para él solo y vomitó sobre William el cual lo golpeó en el rostro. Gretta derramó su trago sobre el vestido de Bárbara —a propósito— y luego se pusieron a discutir por estupideces.

¿Qué más pasó? Hm, a ver.

Ah sí, me caí.

Fue un completo desastre; Tara intentó sostenerme, se dobló el tobillo y luego Bona llegó con un ojo morado por haberse besado al hermano de Bárbara, el cual tiene novia. Y bueno, Andrew por órdenes de mi tío nos sacó del club, y cuando este tomó las llaves de mi auto para llevarnos a casa Gretta se desmayó.

Así sin más, solo se desmayó.

Conociendo su peligrosa condición, todos nos negamos a llevarla al hospital, sería demasiado arriesgado tenerla en un lugar en el que cualquiera podría estar del otro bando en un estado tan vulnerable. Así que me obligué a beber café para despertarme y atender el tobillo de Tara mientras Bona está en la habitación de mis tíos revisando a Gretta.

—¡Maldición! ¡No seas bruto! —se quejó en lo que terminé de vendarla.

—Cállate, primera regla fundamental de nuestras salidas; borracho no ayuda borracho.

—Eso sonó muy "simio no mata simio".

—¡Exacto! Y casi nos matamos los dos, un poco más y rodamos por las escaleras.

—Se dice gracias, animal del monte.

—Gracias por caer sobre mí y aplastarme la nariz, Tarita.

Bufó rodando los ojos, y poniendo un cojín para que su pie quedara más elevado me levanté para guardar mis cosas. Ugh, huelo mal, como esos alcohólicos que amanecen en la calle pidiendo dinero para un trago más de ron. Me duele la cabeza y me siento pesado, pero por lo menos estoy completamente consciente. Es por eso que cuando mi abuela va bajando las escaleras le ayudo con la tarea sabiendo que esta vez no corro el riesgo de caerme.

—Déjame en paz, me tratas como a una discapacitada.

—Tu pierna mala te resta fortaleza, déjate ayudar, abu.

—¿Y si no quiero?

—Claro que quieres.

—Hueles como mi ex marido.

—No lo conocí y aún así me ofende.

Una vez bajamos se dispuso a sacar cosas del refrigerador y volví a subir las escaleras para detenerme frente a la puerta de la habitación de mis tíos. Las oigo hablar a ambas, pero no distingo qué es lo que dicen. Así que me limito a esperar a que Bona salga y cuando por fin lo hace yo ya tengo sueño otra vez.

Su cara me dice que está igual de muerta que nosotros, y cuando bosteza me entrega mi estetoscopio. Su ojo ya no se ve tan mal, pero tardará un poco en bajarle la inflamación, no fue tan fuerte el golpe aparentemente.

—Está menstruando —asentí, ya lo sabía— ¿De casualidad le diste algún medicamento?

—Morfina.

Abrió demás los ojos, lo que me hizo asustarme.

—¡¿Por qué demonios tienes analgésicos para el cáncer en tu casa?!

—La cantidad en esas pastillas es completamente inofensiva —me encogí de hombros—, y la morfina es lo único que me calma la jaqueca.

—Será inofensiva pero para humanos —ladeo la cabeza, no entiendo nada—. Escucha, las mujeres durante la menstruación producen progesterona, pero estos niveles aumentan en las vampiras, somos demasiado fértiles. El punto es, que la morfina y sus componentes disparan los niveles de progesterona en el organismo de las vampiras.

Bloody Mary #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora