2. Mar abierto, al igual que mis piernas.

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Nerissa.

Después de llegar al cuartel y acomodar un poco mi nueva oficina, me quedé apoyada en la pared de un pasillo, pensando sinceramente en si debería volver a acercarme a ese perro rabioso...

Escuché los rumores sobre que era una mujer ruda, pero pensé que podría con ella.

Algo que claramente se había puesto en duda.

Nunca en mi vida le hablé, ni siquiera la conocía y ya me trataba así de mal.

Tal vez si se hubiera tomado el minimo tiempo de saber cómo es mi humilde personalidad, estoy segura de que le habría agradado.

—Keller ¿Verdad? —se me acercó un muchacho de cabello negro y ojos marrones.

—Correcto —dije asintiendo y estiré la mano—, ¿Usted?

—Max Lester, a su servicio. —estrechó mi mano con una sonrisa e hice el mismo gesto.

—¿Necesita algo?

—De hecho sí, quería hablar sobre la explosión de hoy y saber de qué está enterada usted. —habló dejando las manos en sus bolsillos, como si estuviera nervioso.

—Ah bueno...—pensé unos segundos y ladeé la cabeza—, yo ya estuve en este caso.

—Sí, eso lo sé, por eso la transfirieron, o eso creo.

—Exacto —asentí y por un segundo me sentí incómoda—, ¿Podemos hablar del tema en alguna oficina?

El chico asintió y después de un rato llegamos a la sala de descanso, lo cual era bastante parecido a una oficina.

—Sé bastante de Gaile —dije y me acerqué a la cafetera—, estuve desde el inicio del caso, hasta unos meses después. Solo que trabajé desde el otro cuartel, a excepción una única vez, de la que no hablaremos en este momento. ¿Quiere? —señalé una taza y asintió.

—Gracias...y no es necesario hablar formal. —comentó con un poco de diversión y asentí.

—El hecho de que Gaile sea uno de los narcotraficantes más buscados de Estados Unidos, hace más fácil saber de él —dije como si fuera obvio y me apoyé en la pequeña mesada donde estaba la cafetera—, además de que es contrabandista, asesino y todo lo que tiene que ver con criminal.

Lester asintió a todo lo que dije y después de revisar la máquina, continué hablando.

—Lo de hoy estoy segura de que fue más que un robo. Porque le sobra el dinero, así que hay algo más que no sabemos.

—Averiguamos más sobre lo que te dijo uno de sus hombres hoy. —comentó y me serví el café.

—Está en mar abierto ¿Verdad? —pregunté sabiendo perfectamente la respuesta.

—De hecho, lo estará —corrigió y le di su taza mientras me apoyaba en la mesa donde él estaba sentado—, vimos una serie de movimientos extraños en un crucero cerca del puerto Calis.

—¿Y qué hay con eso?

—Que él estará pronto en ese crucero. Todo apunta a eso. Los boletos más caros se compraron de una sola transacción y las identificaciones son sospechosas, así que debemos subir a ese crucero.

—Pero no puede ir todo el equipo —dije confundida—, si se dan cuenta, se perderá todo.

—Ahí quería llegar —tomó un sorbo de café y luego suspiró—, solo los agentes a cargo del caso están admitidos, según el jefe departamental.

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