Capítulo 17

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El agotamiento físico y mental que ha estado consumiendo mis energías comienzan a unirse a mi sed casi insaciable. No he estado alimentado a mi cuerpo, y esta vez me refiero tanto al consumo de sangre como de comida normal. Me siento agonizante, todo está oscuro debido a lo que han puesto en mi cabeza para cubrir mi vista, no estoy segura de si se trata de un saco o algo similar, pero incluso se siente asfixiante tener esto encima. Trato de mover mis manos como lo he estado haciendo desde anoche, inmovilizadas por sabrá Drácula quién me es imposible la tarea. Usualmente poseo una fuerza física al menos tres veces mayor a la de un humano en entrenamiento, puedo levantar al menos ciento quince kilos con algo de esfuerzo.

Pero todo el mundo tiene sus debilidades, la nuestra es lo que necesitamos para vivir, sangre.

Quiero gritar, tampoco me es posible realizar tal acción, mis labios están sellados por un material que al igual que todo a mí alrededor, desconozco. Me limito a llorar en silencio, sintiendo mis lágrimas humedecer mis mejillas. Me duelen las rodillas, he estado en la misma posición desde anoche y no puedo moverme, mis tobillos están atados juntos.

Agudizo el oído, alguien se acerca hasta acá. Lo compruebo cuando oigo el chirrido de una puerta algo lejos de mí, luego esta se cierra y los pasos hacen eco en todo el lugar, lo que significa que se trata de una habitación vacía.

Si de verdad hay alguien ahí arriba escuchándonos, le imploro que por favor me socorre... No quiero esto, no deseo nada más.

Yo realmente... No nací para esto, no fui preparada.

Se detiene frente a mí, su olor me confirma de quién se trata e indignada contengo mi llanto. Luego siento como despega el cinto que cubría mis labios.

—¿En dónde está Erik? —es lo primero que mis labios deshidratados son capaces de pronunciar.

—Lo usual sería que pregunte en dónde está usted, majestad.

Aplano los mismos, sintiendo una cólera muy repentina. Su voz, le aborrezco tanto. Nunca le había visto en persona, pero este hombre es del que madre nos advirtió toda nuestra vida. Un personaje del que nos debíamos cuidar. Padre era otro asunto, a pesar de todo era el más pacífico de la familia y siempre partidario de la paz nos decía que perdonar y aceptar eran los caminos seguros a una vida plena sin negativos que nos sentencien.

Pero ahora veo que madre no estaba siendo rencorosa, sino precavida. Recordando las palabras de Priscila, una de mis hermanas, comprendo que madre solo quería cuidarnos.

Y comprendí también que siempre hubo hechos que nos fueron ocultados.

—Erik —trago— ¿Qué le hicieron a mi primo?

—Ese bastardo no es tu primo —tono ronco, algo afónico.

—Por favor, déjenlo, él no tiene la culpa —casi supliqué.

—¡Por supuesto que la tiene! —Me asusto, siento como cogen mi mentón y tiemblo— Ese ingrato y su madre son la razón de la impureza de nuestra especie ¡Deshonraron a nuestros clanes e incitaron al resto a cometer tan repulsivo acto!

Sus palabras avivan la llama de la rabia en mi interior, él no es quien para decidir qué es lo correcto y qué no lo es... Yo sí y sin embargo no lo hago.

—Eso que usted tanto repudia se llama amor —le enfrento— ¿Amar a alguien sin importar barrera alguna es para usted un acto repulsivo? Pues entonces déjeme opinar, y es que con tales pensamientos aquí la única abominación son las personas como usted, si es que se les puede llamar personas —suelta mi mentón bruscamente—. Ahora le ordeno que deje a mi primo en paz y me suelte.

Bloody Mary #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora