Las aguas siempre toman su curso

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Al llegar a la empresa, ya Regina los estaba esperando, era muy común en ella no asistir tarde a ninguna cita, por lo que no les sorprendió ver su figura frente al escritorio en la oficina aguardando por su llegada.

“por esa expresión de alegría, supongo que nuestro plan fue un éxito rotundo”, comentó Isaac una vez abrió la puerta y como recibimiento, tuvo una sonrisa incomparable.

“es ella, mi querido amigo”, comentó Jean Pierre, ambos hombres la conocían perfectamente.

“conmigo siendo su líder, ningún plan puede salir mal”, orgullosa como siempre, se elogió a sí misma, ambos hombres, negaron con la cabeza, no creían hasta dónde podía ser capaz de llegar su nivel de arrogancia, sonrió por la reacción de sus amigos, “tomen asiento”, debían discutir algunos asuntos importantes.

“solo quiero que me cuentes la reacción del hombre cuando le soltaste la gran noticia”, Isaac había tenido que tolerar bastante a Pedro, se ganó la peor parte, esa era la verdad.

“el terror en sus ojos fue más satisfactorio que comerse un dulce de chocolate”, la comparación le quedó perfecta, Isaac y Jean Pierre, se echaron a reír, “me suplicaba silenciosamente y ahí me engrandecía el doble”, a él no le tembló la mano para humillarla años atrás, haber intercambiado los papeles había sido como pagar una deuda eterna.

“¿qué dijo sobre los documentos?”, Isaac quería conocer cada detalle.

“no le dio credibilidad a su ineptitud, ¿qué esperabas?, es Pedro”, la obviedad se imponía, ese señor no tenía ni la más mínima idea de cómo se llevaba una empresa, era un completo bueno para nada.

“a mí ni me preguntes, lidié con su ambición unos cuantos días”, comentó Isaac.

“por cierto, haberte hecho pasar por mí fue la mejor parte del plan”, agregó Jean Pierre, quien, al principio, se portó escéptico y reservado, pero con solo una palabra mágica de Regina, sus miedos se disiparon.

“no digas esas cosas que bastante miedo tuve de que no me creyeran el cuento”, aclaró.

“nadie conocía a Jean Pierre en persona”, su amigo siempre se las arreglaba para quedar en completo anonimato, de eso se aprovechó para concretar su plan.

“por lo menos, los abogados y el notario sí eran reales”, se sintió respaldado en cuanto supo que los empleados de Jean Pierre, también colaborarían en esta loca idea de Regina.

“tú ni protestes, que, con esos gestos y ese acento francés, maravillaste a Pedro, hasta yo me creí el cuento de tu actuar tan excéntrico”, ya ahora que el peligro había pasado, debía reconocer las dotes histriónicas de su amigo.

“pero yo no soy así”, se defendió Jean Pierre, recibió unas miradas matadoras que lo hicieron reírse, tenían razón, en ocasiones, le encantaba portarse como un excéntrico engreído.

“bueno chicos, logrados nuestros objeticos, es hora de comenzar con lo que realmente importa”, cambió el matiz de la conversación y de una gaveta, sacó una carpeta color azul oscuro, la abrió y sacó los diseños en los que había venido trabajando hacía varios días atrás.

“¿vestidos de noche?”, se sorprendió Isaac, ni a él le quiso adelantar en los proyectos que se encontraba inmersa.

“sí, ¿por qué te parece tan extraña la idea?”, muchos diseñadores comercializaban sus líneas de ropa de salir de noche, por qué ella no podía hacer lo mismo.

“estos no son vestidos de noche cualquiera, Isaac”, resaltó Jean Pierre.

“¡por fin alguien que sabe identificar el verdadero arte!”, agradeció que su amigo tuviera la delicadeza de elogiar su trabajo.

Cuando se añora un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora