XXV

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A Maelor lo estaban terminando de alistar mientras Aemond lo observaba. Hoy sería su boda y estaba nervioso, no porque se casaría con su amiga, sino porque tendría que ver a Viserys a lo lejos.

El tuerto bebía un poco de vino, Maelor suspiró y ordenó a las criadas que los dejaran solos, por lo que siguieron órdenes y salieron de sus aposentos. El menor se volteó y lo miró seriamente.

—¿Por qué tienes que arruinar la alegría de mi hermana?

—No sé de qué hablas, sobrino.

Maelor se acercó a él y le quitó la copa de vino viéndolo mal.

—Podrás engañar a los demás, pero a mí no, conozco a Aegon desde hace tiempo y nunca había tratado así a Maela —Aemond puso los ojos en blanco—. Sé que le dijiste algo.

—No todos somos buenos, Maelor, él no podía ser perfecto.

—No me quieras ver la cara de imbécil, puede que la comparta con mi padre, pero no soy estúpido y sé lo que veo.

Aemond se levantó y se acercó a él con su semblante serio.

—¿Y qué ves?

—Mentiras.

—Solo fue un juego, no es mi culpa que Aegon se tomará todo a pecho.

—¿Un juego? Mi hermana está triste, se la pasa llorando porque cree que Aegon ya no la ama y de verdad consiguió a alguien más.

—Solo quiero comprobar que tan buen hombre es para Maela.

Aquello enojó al menor, el cual lo tomó del cuello de su camisa y lo pegó contra la pared mirándolo furioso. Aemond se sorprendió.

—Quiero que te alejes de Maela y Aegon, déjalos en paz, ambos sufrieron mucho y merecen ser felices. ¿Por qué te cuesta aquello? ¿por qué siempre tienes que destruir todo?

—Maelor.

—Hablarás con mi hermana, te disculparás y serás sincero con ella.

—No puedo.

—¿Qué te parece una visita con mi dragón? ¿sigue siendo difícil?

Aegon II podía ser un idiota, pero había dejado a un hijo inteligente, astuto y firme.

—No hace falta.

—Bien. Y vuelvo a advertirte, te veo volviendo a joder la relación de ellos o acercarte a Maekar y no me importara que seas mi tío, desenvainaré mi espada y te la clavaré en el otro ojo que Luke no logró quitarte.

Lo soltó bruscamente para luego acomodarse el traje.

—Nos vemos en la ceremonia.

Salió de sus aposentos dejando pensativo al Aemond.

¿Seguía haciendo sufrir a Maela?

°°°

Mientras la ceremonia empezaba a llevarse a cabo, Viserys y Aegon estaban en una taberna bebiendo, aunque el que más lo hacía era el menor, el mayor solo lo observaba con tristeza, no le gustaba verlo en ese estado de depresión.

Sabía que su hermano no había pegado el ojo toda la noche pensando que Maelor se casaría al día siguiente y no sería con él. Nunca lo había visto llorar desde la muerte de sus padres y ahora lo estaba haciendo.

—Lo perdí.

—No digas que lo perdiste, Vis.

—Claro que sí, debe de estar por casarse con la mocosa esa.

El Amor en la Gran Guerra || Aemond TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora