Nineteenth

                                    

                                          

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El ambiente inspiraba violencia, todos los allí presentes experimentaban el sadismo en carne propia, una inmensa necesidad de calmar sus ansias de hacer daño. Gustav finalmente pertenecía a ellos, por primera vez en años, sería capaz de aplicar todo lo que ha aprendido de sus amigos. Esta noche se convertiría en un asesino.
Tom por otro lado, miraba a su alrededor lleno de asombro, hundido en la satisfacción que le generaba oír gritar de una manera tan brutal y desgarradora al hombre que por tanto tiempo se interpuso en su camino, pero en especial, le dió una vida miserable a Isabella.
Una parte de él aún sentía la necesidad de alejarse. Cómo el mismo lo había dicho, jamás se había enamorado y tampoco planeaba hacerlo. Amaba a Isabella, por supuesto, de ser necesario entregaría incluso su propia vida solo por ella. Era una lucha interna, que lo hacía pasar de experimentar el más puro sentimiento de amor, a caer en completa confusión. 
Detestaba sentirse débil, pero amaba estar con alguien tan fuerte como ella.
Ni siquiera tenía claro cuando o como se habían puesto convertido en una pareja real, pero actuaban como una, así que ambos lo asumieron y se acostumbraron a ello.
—Isabella, ya basta, te lo suplico. — rogó Richard, con su voz entre cortada y llena de pesadez. Apenas y podía hablar, a este punto ni siquiera lograba respirar con normalidad.
—¿Súplicas? No me jodas. Jamás paraste cuando yo suplicaba que dejaras de golpearme, mucho menos lo hiciste cuando Naomi rogaba para que dejaras de abusar de ella.— su voz era el más puro reflejo de odio. Ni siquiera se molestaba en ocultar su rencor, cada una de sus frases terminaba siendo acompañada por torturas.
Y una vez más, el filo que Bella sostenía entre sus manos fue rasgando lenta y profundamente la carne de su padre. Esta vez, en su muñeca izquierda, desatando una fuerte hemorragia, una cascada de sangre que caía entre sus dedos hasta chocar contra el suelo.
En cualquier otra ocasión, con cualquier otra persona, Bella hubiese reaccionado diferente a tener que brindarle una muerte lenta y dolorosa. Pero aquí era diferente, porque por fin, después de casi veintiún años de tormentos, podía vengarse.
"Para mí, la venganza es el acto más puro de justicia"
Desde que Bella escuchó aquellas palabras por parte de Tom, los primeros días que pasó en su casa, jamás pudo olvidarlas.
Por fin después de tanto tiempo la frase tomaba sentido para ella. Por fin podía liberarse a sí misma, hacer justicia por su propia cuenta.
—¿Recuerdas cada vez que llegabas a mi cuarto, dogado a más no poder. Únicamente para golpearme hasta que te cansaras?— Preguntó la castaña, caminado en círculos alrededor de su padre moribundo. No hubo respuesta alguna— ¿Debo obligarte a responder?— La punta de su tacón se estrelló contra la espalda de Richard, a quien no le quedaba ni siquiera fuerzas para quejarse.
—Si, lo... recuerdo. — musitó, entre palabras confusas por la sangre que brotaba de su boca— Mátame de una vez... Te lo ruego.— tosió. Sus pulmones dolían como si cargara piedras dentro de ellos. Quería morir, lo deseaba más que cualquier otra cosa.
Se arrodilló frente a él, lo tomó del cabello, levantando su rostro lo suficiente como para poder admirar a detalle el sufrimiento que había generado en al menos tres horas de tortura.
—Yo soy tu karma, Rider.— otra vez, su puño contra la mejilla de aquel hombre. El hombre por el que había dejado de sentir algún tipo de afecto desde la primera vez que la golpeó sin descanso durante horas.