Capítulo 23

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Harry estaba rodeado de vaqueros cuando lo encontró a la mañana siguiente, y aceptó el agua en silencio. Dos de ellos parecían intentar convencerlo de algo—y fracasar estrepitosamente—pero enmudecieron al verlo y lo saludaron con un movimiento de cabeza casi imperceptible.

Harry comió a su lado, lento y silencioso, como siempre. Había llegado tarde y no parecía prestar atención a la charla de Doreen, que estaba particularmente enfadada con sus vaqueros esa mañana por abrir los contenedores de pienso fermentado y dejar el rancho envuelto en un olor pestilente durante todo el día.

No levantó la mirada de su plato, pero apenas comió. Louis quería abrazarlo más que ninguna otra cosa, pero Doreen no se movió de su sitio. Tendría que esperar a la noche.



Por la tarde oyó pasos rápidos acercándose por el pasillo cuando ya estaba acabando de fregar el recibidor. Iban a dejar su reluciente suelo lleno de huellas, pero se mordió la lengua.

—Ten cuidado —advirtió sin mirar; nadie más que Niall llevaba ese ritmo agitado—. Está mojado todavía. Resbala.

Se giró y comprobó que no estaba solo. Lo seguía Rita, con un esfuerzo evidente por seguir sus pasos. Niall la dirigía como si estuviera dando un tour por el zoo; lo señaló con gesto aliviado en cuanto lo encontró.

—Él es Louis. Es el empleado doméstico. Louis, ella es Rita.

Asintió.

—Hola. —Alargó una mano hacia ella antes de darse cuenta de que la tenía enfundada en uno de sus guantes de fregar; la bajó lentamente—. Encantado.

Ella rio.

—No te preocupes. Te recuerdo —añadió—. En la boda.

Le sonrió.

—Fue preciosa —dijo con sinceridad, y su sonrisa se amplió.

—Muchas gracias.

—Louis es de Nueva York —añadió Niall; parecía tan orgulloso de él como si estuviera presentando a su hijo campeón de atletismo—. Lleva ya varios meses con nosotros.

Ella asintió.

—Todos están muy contentos contigo —dijo con suavidad.

—Rita va a ocupar el despacho del fondo —añadió Niall, mirándolo—. Lo vaciaron ayer, tiene que quedar limpio hoy para que mañana muevan los muebles.

Asintió. Lo anotó mentalmente.

—No hay problema.

—Es ilustradora —añadió él; Rita, ya ruborizada, parecía demasiado tímida como para decirlo—. Es fantástica. Vamos a intentar dejarle un estudio decente. Los que dan al sur son todos muy luminosos.

Ella asintió; parecía casi avergonzada.

—No quiero molestar, de verdad.

Niall le dio una palmadita en la espalda, alentador.

—No digas tonterías. Ahora eres parte de la familia.

Louis sintió su propia sonrisa quedándose rígida, pero el estridente teléfono de Niall lo alivió de responder.

—Ah, tengo que responder esto. Volveré enseguida.

Lo observaron alejarse antes de que Rita se volviese hacia él, con una sonrisa renovada.

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