Epílogo

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Dos Años Después

Siento que tocan la puerta y me remuevo en mi cama.

Veo la hora y son apenas las diez de la mañana de un domingo.

-¡Déjenme dormir! – grito y tomo las sabanas para taparme hasta arriba.

-Señora, usted es bien floja déjeme decirle.

Sonrío al escucharlo y la puerta se abre.

Solo tres personas pueden entrar a mi cuarto sin mi permiso y no morir en el intento.

Uno de ellos ahora solo vive en mi alma.

Y el otro está en un coma desde que ocurrió la explosión, dejándome con el corazón dividido entre mi hogar y el hospital.

-Te pasas Aurora, no tienes respeto ni por tu invitado.

-Tu siempre te invitas solito.

Siento como se ubica al lado de la cama y con rapidez me destapa.

-¡Cabrón! – grito muerta de frío.

-La que me invita es tu amiga. – me dice risueño y yo a malas ganas me levanto.

Me estiro y hace una cara que odio que haga.

-Huele mal mi Señora, vaya a lavarse con detergente y quizás le salga ese aroma tan peculiar.

Tomo el reloj y en eso se aleja hasta el balcón.

-Me estas colmando la paciencia...

-¿Por qué siempre que entro a esta pieza están peleando? – escucho a Hadara desde la puerta y la observo con esa barriga enorme mientras disfruta de la... ¿la mitad de una sandía?

Joder con los antojitos de esta.

-Porque tu marido siempre me viene a molestar desde tempranito.

-Mi Señora usted sabe que yo sería incapaz de hacer algo así. Solo tengo esa vieja costumbre...

-Mejor te hubieras subido a ese avión. – bajo el reloj y lo dejo en la mesa.

-Imposible, ¿dejarte a ti sin mejor amigo y a mi pelirroja sin su hombre?

Sonrío y se acerca a Hadara mientras yo me siento en la cama.

-Nosotros vamos a salir a tomar desayuno, ¿vienes?

Niego.

-Tengo trabajo.

-Ella y su trabajo... – susurra mi mejor amigo y le muestro el dedo corazón.

-No te metas en mis cosas.

Mi amiga sale del cuarto y el moreno me queda mirando.

-¿Estás bien? – pregunta ahora más serio.

-Vete a desayunar con tu mujer.

Hace una mueca con su boca y se acerca hasta sentarse frente a mí.

-Tú sabes que...

-Que siempre vas a estar para mí.

-Para cuidarte de todo, amarte como mi hermanita pequeña, protegerte de esa mente tan rarita que tienes y darte mi apoyo y mi entera confianza.

-Lo sé. – murmuro y me atrae a su cuerpo para fundirnos en un abrazo.

-Te quiero mucho Aurora.

-Y yo a ti Román.

Esa noche, esa maldita noche que ocurrió la explosión, Román había aparecido en la casa de Thomas dándole el peor susto de su vida a mi ex marido y al mismo tiempo le dio la más grata sorpresa.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora