— ¿Qué hay de Alex? ¿Cuándo le contaste sobre él? ¿Antes o después de saber quién era?

— Después, cuando me contó su vida no hizo mención a nombres, sólo se refería al ellos como los integrantes del bando europeo.

— ¿Y cuándo le pediste ayuda para encontrarlo? ¿Ya sabías que eran enemigos?

— No, lo supe después.

— ¿Y aun así aceptaste su ayuda? Sabiendo que quieren matarlo.

— Sí

— ¿Por qué?

— Porque quiero protegerte y hasta que él esté muerto tú podrás seguir con tu vida.

— ¿Y todo lo que me acabas de decir? Sobre que me apoyas y que estás de acuerdo con que quiera estar con él.

— En cierto grado es verdad, te apoyo, pero creo que estás cegada y hasta obsesionada con él; pero confió en que eres más lista y que podrías olvidarlo si te dieras la oportunidad.

— ¿Qué te hace creer eso?

— Porque estos días estuviste a punto de hacerlo ¿o me equivoco?

Me quedé absorta. Y aunque entendía cada vez más porque Kyle le ofrecía su lealtad a ese grupo, no estaba de acuerdo con su forma de pensar.

— ¿Y por eso creíste en mí cuando te conté todo lo de mis pesadillas, los crímenes, todo?

— Te creí porque eres amiga, siendo sincero no imaginaba que pudieras tener tanta razón.

— ¿Y por qué no me lo dijiste?

— Esperaba el momento para hacerlo, honestamente no sabía cómo.

— Ya somos dos.

Nos quedamos callados por un par de minutos, evitando la mirada el uno del otro.

— ¿Entonces? — preguntó nuevamente — ¿Estarías dispuesta a escucharlos?

— No Kyle, lo siento.

— ¿Por qué eres tan cerrada? ¿No has pensado en la posibilidad que estés equivocada y tu orgullo no te deja ver la verdad?

— No es orgullo.

— Claro que sí, te conozco, temes que ese hombre perfecto y sus amigos sean los malos del cuento.

— No. Te equivocas.

— Y dale con lo mismo, te basas en sueños para dar un veredicto y no en lo que realmente pasa.

— Me baso en que tu amigo Feng y tu novia han estado siguiéndome.

— ¿De qué hablas?

— Los he visto afuera de mi casa, no sé si me buscan a mí o sólo esperan el momento en que Alex aparezca para matarlo, pero sé que no pueden contra él, estoy segura de que él los matará primero.

— ¡Escúchate Sophie! ¿Y dices que ellos son los malos?

— Si tengo que escoger entre que ellos vivan o Alex, lo escojo a él.

— Bien, respeto eso, porque yo los escogería a ellos.

Tomé mi bolsa, saqué de la cartera unos cuantos billetes y los dejé sobre la mesa, miré a mi amigo con tristeza.

— Adiós Kyle.

— ¿Es en serio?

— Ya no puedo confiar en ti.

— ¿Por qué? ¿Acaso no somos amigos?

— Sí, pero no puedo dejar que les des información a esas personas sobre Alex.

Amargas PesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora