19 de septiembre del 2022
Observo al dios que me mira con tristeza y melancolía desde la distancia, ha flechado a uno de los jóvenes de un grupo a su lado, me mantiene la mirada, deseoso de que hablemos, pero no es el momento, todavía no.
«Código rojo.» Gesticulo con mis labios nuestro código para momentos como estos, para cuando las palabras todavía no deben ser dichas.
Una última mirada de whisky contra café y una explosión de brillos rojizos es lo último que veo antes de dirigir mi atención a mi mejor amigo detrás de la barra.
—Luce derrotado... —comenta y un suspiro sale de mis labios, pruebo mi bebida, pero ahora está caliente y no es de mi agrado.
—Se ve mucho mejor, la última vez que lo vi, él no se veía para nada bien, me consuela saber que está haciendo su trabajo y su mirada no está tan perdida en el sufrimiento como ese día, no quiero ver esa mirada jamás. —digo y el malestar al recordar como se veía Layden me invade, pero lo descarto con rapidez.
—Bueno, me imagino que no viniste al bar solo para socializar. —comenta y la tentación de no hacer nada y quedarme entre las sabanas me seduce.
—He hablado con Ginger hoy, le he dicho que haga que mi abuela no vaya mañana a su cita, le dije que tenía que hablar de algo importante y no podía esperar más tiempo. Se lo ha dicho a mi abuela y ahora está el doble de preocupada. Vine porque en tu apartamento me estaba sofocando por la ansiedad y ni mi trabajo como cupido pudo quitarme el malestar. —digo con resignación y Darrell me observa.
—¿Estás seguro de querer decirles tan pronto? No ha pasado mucho desde tu charla con Layden, ¿te sientes bien como para hablar de ello? —pregunta y por un momento dudo en responder, pero es lo que necesito y tarde o temprano tendré que hacerlo.
—No voy a hablarles a detalle sobre la maldición de Layden, les voy a explicar mi nueva condición como dios y lo que implica para ellas, no me recordarán en pocos meses. No quiero que sufran con mi futuro incierto los últimos meses que tenemos juntos. Mi abuela ya tiene lagunas mentales como para decirle que estoy condenado a muerte, es suficiente con que lo sepas tú. —hablo con un nudo en la garganta, mi amigo aprieta su mano contra la mía en la barra.
—¿Quieres que vaya contigo y te acompañe mañana? —pregunta y niego con una sonrisa.
—Has hecho suficiente, esto me toca a mí hacerlo solo.
—¿Seguro?
—No, pero lo necesito hacer a mi manera, será algo íntimo entre la pequeña familia Bolton.
—Bien, pero sí cambias de opinión no dudes en decirme. Voy a seguir atendiendo ¿Quieres otro trago? —pregunta y niego.
Lo miro atender a un gran grupo y me dedico a observar a las personas bailar, rechazo demasiadas propuestas para bailar, unas más indecentes que otras. Me mantengo absorto en la música electrónica y las luces de colores.
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El suicidio de Cupido
FantasyEl mundo ha dejado de creer en el amor y las cosas para Cupido se han complicado, ser el ser que reparte el amor a las personas, pero sin poder experimentarlo, es algo que frustraría cualquiera; eso y muchos factores causaron que Cupido decida termi...