La muerte se estaba convirtiendo en un mal hábito de la Academia. En un suceso a lo que, trágicamente, se estaban acostumbrando. Danos el pan de cada día.
Hugo no quería que la muerte volviera a ser una constante en su vida. No cuando había tomado la mano de ese demonio para huir de su propia muerte. El mismo demonio que ahora les impartía clase.
Era extraño pensar que aquella criatura con la que sus padres lo amenazaban constantemente, la que habían convertido en su peor pesadilla, ahora se paraba frente a él y sus compañeros con un porte relajado y una sonrisa tranquila en su rostro.
El Diablo, el Director, era un hombre alto e imponente, sí. Aunque con su piel morena, rasgos atractivos y trajes que, según Lily, eran de diseñador podría pasar por un hombre no tan común y corrientes; eran su cabello y ojos, ambos del color de la sangre y las granadas lo que delataba su carácter sobrenatural. Y era su habilidad para controlar a los demonios lo que lo delataba como el soberano de estos.
El Director, porque nadie se animaba a llamarlo de otra forma, era también su profesor de Demonología, la ciencia que estudiaba las entidades del Infierno y el arte de domarlas. Como ellos estaban en primer año, la mayoría de las clases eran pura teoría. Libros y nombres, características, usos y debilidades.
Los padres de Hugo siempre le hablaron sobre un solo Demonio omnipresente, la antítesis de Dios. Un solo Diablo que había arruinado sus cosechas, que había obligado a su tío Issac a asesinar a su esposa, que había tentado a su hermana y a su primo a pecar antes del matrimonio. El mismo que se había metido dentro de él y le hacía voltear la mirada hacia los hombres. Pero, en la Academia, Hugo estaba aprendiendo que había una infinidad de demonios y criaturas del Infierno. Pequeñas y grandes, débiles y poderosas, algunas útiles y otras que era mejor evitar.
Ahora mismo estaban aprendiendo sobre invocaciones y pactos en el aula de clases. El salón era idéntico al de las otras cátedras, pero su falta de muebles ornamentados llenos de objetos, la hacía parecer más amplia. Tenía una decoración minimalista que iba del blanco más puro hacia un negro voráz con formas rectas y simples. Lily lo había llamado art deco. El Director apartó a algunos pupitres con un simple movimiento de mano, ni siquiera necesitaba conjurar, y los había hecho pararse alrededor de un círculo en el suelo.
―Aún no les enseñaré cómo realizar círculos de invocación. No fuera que alguno de ustedes quisiera intentarlo por su cuenta ―les dijo con su voz aterciopelada, pero sus ojos guinda los apuñaló con una advertencia silenciosa―. Por el momento concentrémonos en su primer encuentro con un demonio invocado y cómo deben tratar con él para que, llegado el momento, no sean devorados por uno.
Hizo una pausa para mirar a cada uno de sus estudiantes. Si el Director notó asustado que estaban -y por supuesto que lo había notado-, no les hizo caso.
―Para esta ocasión, invocaremos a Verrince. Este demonio menor es considerado como el diablo de la salud. Él, con tan solo una mirada, podría decirles que males los atormenta, incluso de qué morirán ―siguió explicando con un entusiasmo que no tranquilizaba a los niños―. Así que tomémoslo como una de esas revisiones médicas que hacen las escuelas ordinarias. A ninguno nos conviene que mueran antes de graduarse.
Los siete estudiantes de primer año se removieron incómodos en sus lugares. Hugo notó como el resto les dirigió miradas a Gaspar, Margot y él, quienes habían encontrado a la primera víctima. Pero antes de que alguien dijera nada, el Director carraspeó con educación, llamando su atención nuevamente.
Entonces se quitó los guantes, dejando a la vista unas uñas tan largas como garras. Al igual que en la misa, usó una de sus uñas para cortar la piel de su muñeca, justo en la vena. Su sangre oscura, pétrea, comenzó a caer sobre el círculo, recorriendo los símbolos dibujados con tiza como cuando uno pasaba a tinta los apuntes que había hecho en lápiz.
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Lecciones Oscuras
FantasyUn nuevo año lectivo comienza en la Academia Oscura Salamanca, una institución secreta donde el mismísimo Diablo dictará clases de artes profanas. Sus reglas son fáciles: durante siete años, siete estudiantes estudiarán los artes del ocultismo y, al...