—¿Por qué hiciste eso…? —comenzó con voz decidida.
—No debes mostrar inseguridad frente a otros, podrían matarte. —bufó— Idiota —dijo para si mismo lo último, aunque el rubio fue capaz de escucharlo.
Partió el auto sin esperar una respuesta y se encaminaron a su siguiente actividad.—Eso no significa que debas tratarme así, mucho menos con tantas personas al frente.
—¿Y qué harás? —los ojos en el espejo reflector estaban pegados en él, petulante— ¿Me dirás que lo hice mal? ¿Sólo eso? No tienes ni idea de cómo hacer esto y críticas la forma en que te ayudo —rio sarcástico.
—San… —regañó suave el chico a su lado.
—Yeosang, no, está bien, deja que hable —dijo Wooyoung con una media sonrisa burlesca.
Wooyoung quitó la mirada de la suya y miró sus manos. Tenía razón, no podía hacer nada. No tenía ni una pizca de respeto por él, tampoco podía obligarlo.
—Ja, como imaginé —volvió la mirada al camino, negando con su cabeza—. Serás nuestro jefe por obligación, pero eso no me hará respetarte. Tienes que ganartelo.
Yeosang a su lado, le miró acusándolo, pero el otro no parecía inmutarse en lo absoluto.
Un silencio se creó donde nadie quería llenarlo realmente. A excepción de una persona.— Wooyoung, ¿Te han dicho que estos autos esconden de todo? Una vez Yeonjun encontró un calcetín —dijo él intentando calmar el ambiente hablando de cualquier tema, pero ninguno lo escuchaba.
Llegaron a su segundo destino rápidamente.
Este fue más bien rápido. Se trataba de hablar con comerciantes de armas de la zona norte que habían comunicado su necesidad de hablar con alguien por problemas de robos. Se habló más que nada de cosas prácticas y que no significó un gran esfuerzo para Wooyoung más allá de sonreír cuando no tenía ganas de hacerlo.
Por último, su tercer destino, y el más complicado para Wooyoung, era hablar con trabajadores pertenecientes a su organización. Era un tipo de presentación ante los colaboradores de la familia en la zona norte.
Era una casa gigantesca a la que entraron que parecía aparentemente abandonada, pero adentrándose se encontraron con una gran cantidad de personas con armas en cada esquina, todos pareciendo estatuas inmovibles. Todo estaba bien cuidado dentro, incluyendo las paredes que estaban llenas de cuadros.
Una vez en el punto de reuniones se encontró con una gran masa de personas, todas hablando entre sí, casi sin notar su presencia.
Cuando llegó no dudó tanto como en su primer destino y se sentó donde se le había reservado. Cuando él se sentó otros se fueron sentando de a poco también sin cesar sus conversaciones.
Choi San, detrás de él, se le escapó una risa que ocultó detrás de su mano con poco éxito, casi como queriendo ser escuchado. Seonghwa a su lado le había golpeado levemente para que parara. Se estaba burlando de él, de nuevo.
“Nadie te respeta, todos hablan entre ellos y ni se han dado cuenta de que llegaste” era lo que su risa decía.
Había tenido suficiente.
Dejó salir aire y miró al frente. Se levantó de su asiento, cerrando su abrigo y arreglando sus muñequeras con la mayor seguridad que pudo aparentar. Se aclaró la garganta audiblemente, haciendo que todos lo miraran. Puso sus manos detrás de su espalda, levantando su barbilla.—Buenos días, soy Jung Wooyoung, hijo de Jung Seoyoung. Un gusto verlos, espero podamos colaborar como es debido en el futuro.
Dejó un momento de silencio. Todos se encontraban expectantes.
“Mirame de cerca, Choi San. Esta organización no se debilitará conmigo a su mando” quería decir, pero dejaría eso para después.
Wooyoung entonces sonrió levemente.—Vinimos a hablar de unos asuntos, ¿no?
Sin decir más ni una palabra extra del resto, tomaron asiento todos en silencio y con rostros acordes a lo que requería un evento de tal calibre.
La reunión comenzó.
Wooyoung hablaba seguro y sin dudar de ni una de sus palabras, sonriendo a ratos, pero manteniéndose serio en su gran mayoría, hablando fuerte y siempre intentando demostrar seguridad en su forma de expresarse.
Al lado de San, Yeosang hizo un rostro de sorpresa y volvió su rostro al frente.
No lo iba a negar, sí, también estaba sorprendido de sí mismo.
El pelinegro miró al chico sentado, examinando con una expresión indescifrable. El menor se veía tranquilo, su tono era firme y su lenguaje corporal indicaba apertura, pero seguridad ante todo. Era como ver a otra persona. No iba a mentir, estaba gratamente sorprendido.
Y entonces lo notó. La pierna del menor se movía frenética de arriba a abajo y cuando no dejaba ver sus manos las enroscaba nerviosamente bajo la mesa. No estaba para nada calmado.
Era más, viéndolo así parecía un niño pequeño aparentando ser mayor.
Sonrió sin querer y borró su sonrisa de inmediato. No, no podía reírse de él en medio de una reunión.Una vez terminada la reunión y de vuelta a su auto, el cual partió de inmediato, Yeosang fue el primero en hablar.
—¡Eso estuvo genial, Wooyoung! —exclamó él girándose en su asiento y mirándolo directamente.
Él sonrió e hizo una pequeña venia, sintiendo como sus músculos se relajaban.
—¿Realmente estuvo bien? —preguntó ya más calmado y tocando su pecho con su corazón aún desenfrenado.
—Sí, pensé que iba a ser mucho más complicado viendo como te fue en el primer paradero, pero todos parecían aceptarlo, ¡Lo hiciste muy bien!
—Yeosang, es el jefe de una mafia, no un idol después de un concierto. Además es tu jefe ahora, no deberías hablarle así, es un adulto igual que nosotros, no un infante —interrumpió San con voz severa. Yeosang hizo un mohín triste y volvió a sentarse hacia el frente, encogiendo sus brazos y mirando por la ventana totalmente mudo.
Wooyoung tampoco dijo nada, por mucho que odiara la forma en que lo dijo y cómo mató el ánimo del chico que sólo quería animarlo, tenía razón. Debía centrarse y acostumbrarse a todo esto. Era su trabajo después de todo.
Cuando llegaron a casa, Yeosang se ofreció a estacionar el auto, dejando a ambos chicos al frente de la entrada. Vieron como el auto se iba y ellos quedaron parados frente a la gran entrada solos iluminados por los faroles cercanos y las pocas luces de la casa que llegaba a ellos mientras el sol se escondía.
Se quedaron en silencio.
Wooyoung miró a San girando su cuerpo entero hacia él. Levantó la barbilla para intentar imponer respeto—¿No te disculparás? —posó sus manos en su cadera intentando conseguir más altura.
San, con aire petulante, levantó la ceja y miró al chico a su lado sin girarse hacia él. Cualquier persona que viera esa escena pensaría que San era el jefe y Wooyoung el sirviente.
—¿Disculparme por un error tuyo?
Se quedaron mirando.
—¿Mío? ¿Ser educado es algo malo ahora?
San se rió con suavidad sin creer lo que acababa de decir, negando con su cabeza. Dejó de reír y giró el cuerpo a él, levantando la barbilla al igual que él hace unos segundos atrás, pero realmente ejerciendo superioridad a diferencia de él. Wooyoung sintió frío.
Sus ojos eran oscuros y sus facciones, que había considerado atractivas hace poco, estaban torcidas en una mueca.—Ser educado no tiene nada que ver con ser un buen líder, la gente no te respeta si no te haces respetar. Se nota que no entiendes nada.
Puso sus manos en sus bolsillos y emitió una pequeña risa —Si me disculpas —sin esperar respuesta se encaminó a la gran casa donde las luces iluminaban la gran puerta resguardada con dos estatuas a cada lado.Abrió elegantemente las puertas siendo detenido por un grito a su espalda.
—¡Mi promesa sigue en pie, sólo mírame, haré que te tragues cada una de tus palabras! —gritó a todo pulmón Wooyoung esperando que lo escuchara a esa distancia.
Respiró agitadamente después de gritar, esperando qué reacción de parte del otro.
Pero esa respuesta nunca llegó. Si le escuchó o no era un misterio porque San entró sin mirar atrás o detenerse nuevamente, cerrando la puerta detrás de él.
Wooyoung, colmado de su paciencia, se sacó su chaqueta cara y la tiró al suelo. Le exasperaba tanto.
Ya vería de lo que era capaz de hacer.—Choi San, ya verás… —dijo a la nada, prometiéndose a sí mismo—. No me ganarás de nuevo.
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𝑯𝒊𝒋𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝑴𝒂𝒇𝒊𝒂 [𝑾𝒐𝒐𝒔𝒂𝒏 𝑨𝒅𝒂𝒑]
Fanfiction🆃︎🅴︎🆁︎🅼︎🅸︎🅽︎🅰︎🅳︎🅰︎ Wooyoung es el sucesor del jefe de la mafia. San es el hijo de la mano derecha y confidente del jefe de la mafia. Cuando ambos cumplen la mayoría de edad se ven obligados a heredar éstos roles, aunque San no quiera acepta...
Capítulo 3
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