En la Selva

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Antes de empezar a leer, subo esto porque en Lascivia, justo en el comienzo del siguiente capítulo después de este suceso, siempre hay un debate por la escena eliminada pero, en mi opinión, la escena eliminada no cuenta ya que por algo la eliminaron, así que los invito a leer la escena que si salio en el libro y por lo tanto es la oficial.

Christopher

—¿Qué hace? —susurra.

—¡Quiero follarte! —me sincero—. Has de saberlo, así que está de más explicarte.

—¿Qué?

—Lo que oíste.

Su mirada se concentra en mi boca mientras su pelvis se alza por inercia.

—Es una pésima broma —me contesta con ironía.

—No es broma.

Responde al movimiento de mi entrepierna cuando me muevo sobre ella.

—¡¿Perdió la cordura?! —habla cuando me acerco a su boca.

—¿Te gusto?

Quiero confirmar lo que tengo claro.

—Sí… ¡No!

Se corrige, pero tarde, ya que me apodero de su boca probando los labios que me sumen. Su lengua le da un azote a la mía correspondiendo y alargo el momento sobándome más.

—Solo será un polvo. —Me centro en sus ojos azules lidiando con el calambre que se instala en mi entrepierna.

—Bratt…

—¡Me importa una mierda!

Llevo noches fantaseando con esto, soñando con abrirle los glúteos y penetrarla mientras gime mi nombre.

—Es tu mejor amigo…

—¿Y?

Le tomo la cara y me prendo de su boca con otro beso húmedo, caliente, que me permite saborearla. Percibo el calor que emite, cómo se le tensan los músculos y se le dispara el corazón cuando me muerde aumentando las ganas.

—¡Sí! —le devuelvo el mordisco—. Me gusta.

Me aferro a las tiras de la camiseta y las hago trizas cuando la jalo, no pierdo tiempo a la hora de prenderme de los picos erectos que aclaman mi lengua. Los manoseo y lamo uno por uno, chupando y disfrutando de la sensación de sentirlos crecer en mi boca.

—¡Deliciosos! —Vuelvo a ellos, son como los imaginé.

Subo por su pecho, en busca de su boca, percibo sus jadeos cuando me acerco, respiro su mismo aliento y mueve la boca con suavidad cuando la beso. Lo hace como si estuviera besando a su príncipe azul (yo jamás llegaré a ser un prototipo de eso).

Aprovecho y meto el brazo bajo su espalda estrechándola contra mi pecho e intensificando el momento.

No soy de besos tiernos, soy de besos ardientes, de esos que te queman y te marcan para toda la vida.

Siento la leve inclinación de su pelvis en busca de mi polla, su contoneo me endurece más y quiero hacerle tantas cosas que mi mente no sabe ni por dónde empezar.

Pienso rápido y desciendo por su abdomen hasta llegar al pantalón; sin preámbulos abro la pretina y la dejo en bragas. Se me dispara el pulso y siento la humedad de mi glande cuando amenaza con correrse antes de tiempo.

—Hay que… —le tiembla la voz con la proximidad de mi tacto.

Aparto el elástico de las bragas e introduzco los dedos en su rosado coño humedeciéndome la piel.

Lujuria ExtraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora