0. Prefacio

1.9K 102 1
                                    

Este mundo es tan perverso que puede corromperte de una y mil maneras. No es que nosotros vayamos por ese camino buscando problemas y haciendo cosas malas, pero a veces no nos queda otra opción.

Me gustaría decir que siempre hay una salida para todo, y que esa salida es por el camino limpio.

Pero no siempre es así.

A veces la única opción es ir por el lado sucio, por aquel lado donde la gente buena no iría porque saben que no es lo correcto y está mal y es pecado.

Vengo de una familia católica así que se perfectamente se lo que hablo.

Creci siguiendo los mandamientos de Dios, se me mostró que si actuabamos bien entonces entraríamos al reino de los cielos.

Siempre me educaron para seguir el camino del bien, viví en una burbuja toda mi vida.

Lamentablemente a mitad de camino quedé sola, y nunca me enseñaron que hacer si el diablo se cruzaba en mi camino y me ofrecía un trato que me condenaría por el resto de mis días y al final de ellos.

Tampoco me advirtieron que el mal venía de formas misteriosas, o hermosas.

El diablo se presentó ante mi vistiendo un traje Zegna, zapatos caros, rostro de dios, ojos azules como la llama del fuego y cuerpo grande y tonificado.

Admito que llegue a confundirlo con un angel que acudió a mi después de rezar y suplicar por un milagro.

Comprendi que se debe tener cuidado con lo que se desea, ya que no siempre responde un ángel a nuestras súplicas.

A veces es el mismo diablo quien está al acecho de almas desesperadas para poder tomarlas y hacer lo que quiera con ellas.

Es lo que Michael De Santis hizo conmigo.

El infierno de una rosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora