Carta XLIV

                                    

                                          
Para quien un día estaba conmigo.
No entiendo porque lo haces, y eso me llena de tantas dudas.
Fuimos inseparables, éramos el todo y la nada, éramos como la parte de la otra, complementandonos una a la otra, pero, aún así terminamos separadas.
Se siente como un recuerdo tan bello, pero con un final tan trágico, que quieres volver a leer pero no puedes cambiar el final.
Por más que quieras reescribirlo.
Hoy, un día tan precioso, el cielo nublado y el aire frio chocando contra mi, me pongo a pensar todo lo que fuimos y podíamos llegar a ser.
Lo arruinamos de una forma horrible, te deje seguir haciendome daño sin decir nada para cambiarlo, fue muy tonto de mi parte, pero temi dañarte y que dejaras de brillar como lo haces. No fue maduro y por ello hoy nos hablamos por la nostalgia de lo que fuimos ayer.
Es triste.
Todo lo que pasó y pasará entre nosotras es triste.
Hablar de lo que fuimos y podríamos haber sido es doloroso, pero también gracioso.
Digo las cosas que me hiciste y siento que miento, o, que en todo caso estoy exagerando todo lo que pasó en realidad, tratando que con eso quedar como una víctima más y tener aceptación.
No quiero eso.
Nunca quise eso, y por ello deje que hicieras lo que hiciste hasta no poder soportar más todo aquello.
Suena tonto, y más sabiendo que está es una más del montón de cartas que hice para ti, y, como las demás, jamás te llegará.
No espero que me entiendas, solo quiero saber el por qué me haces esto.
¿Por qué lo haces?
¿Por qué me hablas?
¿Por qué me hablas y tratas de tener ese contacto que teníamos antes?
Ambas sabemos que no va a volver a suceder aquello, no sin antes tener una confirmación que aprendiste de lo malo que hiciste y no lo harás más.
Aunque lamentablemente por lo que veo no es así, ni lo será por un buen tiempo.
Cómo quisiera que nada de esto hubiera pasado.