Capítulo 13

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La vuelta al apartamento de Leclerc había sido silenciosa, igual que la última noche allí, donde Leclerc se había encerrado en el dormitorio y yo no me había atrevido a entrar a por mi pijama.

Pasé la noche durmiendo en el sofá y escuchando a Charles hablando por teléfono hasta pasada la madrugada. Suponía que sería su ingeniero o tal vez Mattia.

A eso de las dos le escuché salir de la habitación e inmediatamente cerré los ojos, haciendome la dormida. Sus pasos delicados como los de una pantera se acercaban poco a poco hacia el sofá, donde yo me encontraba "dormida".

Quería abrir los ojos, y mirarle, ver lo que su mirada tenía que darme, pero no lo hice entonces, ni tampoco cuando me pasó una manta por encima y se volvió a su habitación.

No recuerdo el momento exacto en el que me dormí, ni lo que pensaba, solo recuerdo el nudo que sentía en el pecho, y que me había acompañado toda la noche.

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A quien se le había ocurrido poner unos ventanales tan grandes y no acompañarlos con unas simples cortinas.
Resoplé cabreada cuando los rayos de luz golpearon en mi rostro y me obligaron a levantarme.

El apartamento estaba en silencio, tranquilo, como si el mundo se hubiese paralizado unos minutos.

Mi móvil se acababa de iluminar, mostrándome un nuevo mensaje, y dejándome ver en el proceso la hora. Las 8 y 25. Genial, Charles seguiría dormido.

Camino descalza por el pasillo hasta llegar al dormitorio principal, abro la puerta con cuidado de no hacer ruido y despertar al hombre que descansa en la cama.

Tiene el pelo desordenado y la boca levemente entreabierta. No entendía como podía lucir tan perfecto. Mi cuerpo se acerca a él casi sin darme cuenta, pero lucho contra la tentación de tumbarme a su lado y contar las pequeñas pecas que adornan su rostro. Sin embargo, me acerco al escritorio y con la máxima delicadeza recojo todos mis archivos. Los meto en la maleta junto a la poca ropa que llevo y cuando estoy apunto de salir de la habitación, le escucho.

— Mara — su voz, ronca, de recién levantado estremece mi cuerpo. Me giro despacio y le encuentro aún recostado, pero totalmente despierto, observándome como si fuese una extraña. Abre la boca para hablar, pero la vuelve a cerrar, como si no estuviese seguro de lo que va a decir. Pero finalmente habla — Cierra bien al salir.

Asiento, y salgo rápidamente de ahí.

La brisa italiana golpea mi rostro como un golpe de realidad, yo estaba allí por una única razón y era por él equipo. No por Leclerc. Por el equipo.

Me repetí aquello las veces necesarias hasta que me lo creí.

La melodía de Lana del rey llegó a mis oídos, indicándome que alguien me estaba llamando.

— Diga —dije cogiendo la llamada.

— Buenos días Mara, soy Stefano — tenía un marcado acento italiano— director de diseño e imágen de Ferrari, las piezas nuevas acaban de llegar.

Caminaba por la calle hacia la Sede donde se encontraba la mayoría del equipo.

— Podrías pasarte por aquí — se quedó callado unos segundos — para elegir la pintura.

— De hecho estaba yendo, pero no es mi trabajo elegir la pintura del monoplaza — contesté tranquilamente — eso debería hablarlo con el equipo de aerodinámica, aunque no creo que afecte demasiado la pintura en la velocidad, si es lo que le preocupa.

Carraspeó, nervioso.

— También hay unos informes que me han pedido que revise usted misma en persona.

Evermore // Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora