Capítulo 42

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Sofía.

Es que no puedo con mi genio.

Estoy muy molesta.

La mañana se basó en una linda actualización de mis amigas junto a mi, contándome todo lo que ha pasado. Jade está muy enamorada de un chico que trabaja con ella, y Rubí es feliz disfrutando su soltería. Eso y que Rubí es una gran dibujante y Jade una muy buena cocinera que tiene un restaurante.

Todo bien hasta ahí.

Hasta que a Hugo se le ocurrió contarles nuestra maravillosa historia de amor a lo largo de los años, sin obviar detalles y contando cada uno de nuestros errores.

Obviamente se ganó muchos insultos por cada cosa que les ha contado, sin obviar todas sus decisiones estúpidas.

¡¿Es que cuál era la necesidad?!

—¿Vas a seguir molesta? —pregunta a mi espalda cuando estamos ingresando al castillo.

No respondo. No quiero hacerlo.

—Oye no me ignores —se queja.

Intento subir las escaleras pero un leve tirón en mi brazo me hace retroceder. Y es aquí que me me pregunto, ¿dónde están los guardias que se supone deberían cuidarme?

—¿Qué? —preguntó molesta.

—Te dije que no me ignores.

—Te dije que te fueras —le recuerdo.

—Solo quería que sepan que cosas no hacer cuando se enamoren —se excusa tranquilo—. ¡Vamos! no fue para tanto.

—Sigues siendo un engreído.

—Y tú sigues siendo hermosa.

Mi boca se cierra de inmediato.

Es como si sus palabras me congelaran en el momento, dejándome sin habla.

—No digas esas cosas.

—¿Por qué? ¿Te pones nerviosa?

—Porque colman mi paciencia —le explico aunque sea mentira—. Y no me gusta.

—No te creo, ¿sabes?

Me suelto de su agarre subiendo las escaleras otra vez pero vuelve a detenerme.

¿Qué no se cansa?

—¿No vas a disculparme? —pregunta dudoso.

—¿Debería? —inquiero cruzada de brazos.

—No hice nada malo.

—Ajá —digo irónica—. No puedo creer que tantos años después sigas siendo el mismo conquistador engreído de siempre.

—¿Conquistador? —pregunta—. ¿Es que acaso estoy conquistándote?

Si.

Digo no.

Tonto.

—No va a volver a pasar, Hugo —digo lentamente como si de eso dependiera que entienda—. Ya no.

—¿Y quién lo asegura?

—Yo —digo obvia—. Yo, tus errores del pasado, tu matrimonio fallido, mis lágrimas, todo. Todo dice que eso no puede volver a repetirse.

—¿Si sabes que dejé a Clio solo para poder tener una nueva oportunidad contigo, verdad? —me interroga mirando mis ojos.

—No. Y eso no quiere decir nada. ¿Sabes por qué? Porque la oportunidad era hace años, Hugo. Años —recalco.

EL REENCUENTRO (Sofía y Hugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora