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El bastón corta el viento en un sonido que hace temblar a los ladrones, el brillo de las luces afuera apenas ilumina el plateado y lleva consigo la poca luz para los criminales, la figura de ChatNoir es tan imponente que Luka solo puede admirarlo, apenas logrando tener fuerzas luego de ser empujado brutalmente contra la pared de ladrillos y que su cabeza rebotará por el golpe.

Todo daba vueltas.

- ¡Si te acercás le haremos mucho daño! -advierte uno, su antebrazo presiona el cuello del jóven, la falta de oxígeno no ayuda a la sobriedad del guitarrista- no querrás eso, ¿O si gato de mierda? Vé con tú cochino bicho, seguro que en las noches se disfrutan mucho ajajajajaja.

Luka apenas puede respirar, trata de forzar el brazo contrario pero es imposible, vé el brillo del bastón del héroe veterano, no hay sonrisas en su rostro e incluso la contraluz deforma cualquier rasgo del felino, solo escucha un profundo gruñido y el como sus largas garras aprietan el bastón casi queriendo romperlo.

- C-Chat... -suplico Luka, su voz perdía fuerzas y solo sintió más presión contra su tráquea.

- más te vale que tampoco hables niñito bonito, no creas que no sabemos quién eres -el sonido familiar de un arma congela la sangre de ambos jóvenes, el de reflejos azules siente el cañón de un arma en su cabeza, siente que el alcohol se va de su sistema derepente, su respiración se vuelve trabajosa y tiembla de impotencia y horror, apenas puede ver a ChatNoir, siquiera sus hermosos y brillantes ojos verdes-, seguro tu papi el roquero nos da plata por tí, mariconcito.

- no diré nada, lo juro... Les puedo dar dinero, dejen me ir.

- no creó niñito -se burla dando golpecitos con el arma al muchacho, como una caricia macabra que hizo temblar de pies a cabeza al roquero.

No era tonto, estaba en total desventaja y aunque quisiera pelear y ayudar a ChatNoir, era evidente que cualquier movimiento en falso y quedaría su cabello teñido de rojo y azul.

— ¿Y si mejor propongo un intercambio? El arma y al joven por una noche toda pagada en una celda de la estación policial de París, he oído que estás noches el frío de los barrotes es romántico para las parejas, escoltados por su gato favorito —propone con un tono alejado de la gracia típica, incluso entre la nebulosa de su falta de oxígeno y su miedo sonaba tétrica y amenazante. Como un juego macabro dónde todos se irían perdiendo.

Realmente no esperaba que a la risa de estos Chat Noir sacará sus garras, estampando la Bara de metal que rompió el aire con un sonido tajante antes de chocar contra el hombre que sometía al músico y una patada en la cara al otro sujeto que había caído contra uno de los muros, cómo su amigo que llevándose consigo al joven Couffaine jalo el gatillo en un tiro al aire que incluso aturdió a Luka antes de caer al suelo.

Fue un pitido, todo fue un sonido sordo y el chiflido de su propio tímpano seguro reventado. Antes de ver entre las luces parpadeantes fuera del callejón, y el movimiento borrosos de cuerpos mientras sus pulmones volvían a tener aire, Luka Couffaine admiro a Chat Noir alzar a uno de los maleantes, mientras sus sensibles oídos volvían a oír el sonido del arma ser tomada de nuevo.

— ¡Chat! ¡Cuidado! —grito el músico, mientras una bala volvía a resonar en el callejón igual que las luces.

— muy lento, creo que deberías practicar tus tiros amigo ¿Sabes? Los policías en prisión te podrían dar clases —se burla el felino, tirando al hombre en sus manos hacia unas bolsas de basura para esquivar las balas.

— ¡Maldito gato, queda te... Quiero! A ver cuántas vidas tienes —gruño el hombre armado, intentando poner se de pie ante el ágil cuerpo del felino. Antes de oír una tabla rompiéndose a sus espaldas al caer inconsciente por el golpe— eh...

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