Problemas

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Nathan


—Ven mi amor, vamos a despertar a tu mami—susurró mi pequeña hija que se había despertado muy temprano.

—Maaaamá—pronunció mi pequeña mientras la tomaba en brazos.

—No entiendo por qué no dices papá. Es muy fácil—dijo dolido— PAAA- PÁ—deletreé dirigiéndome a la habitación, pero lo único que gané fue el sonido de un carrito. Abrí la puerta y ahí estaba la mujer de mi vida con su cabellera roja, le sonreí a Natassia y la coloqué en la cama. Gateó hasta donde estaba su madre y le dio un besito en la frente.

—¡Amamá!—dio un grito al notar que no se despertaba, sonreí pues sabía que aquella mujer era de sueño pesado y ni un elefante lograría despertarla.

—Naaat, ve con papá—balbuceó, Natassia me miró con ojitos vidriosos y sabía que estaba a punto de...

—No, no, no...—dije pero fue muy tarde, la pequeña empezó a llorar desconsoladamente. Juliette se giró rápidamente pero se estrelló contra el suelo.

—Maldita sea—susurró levantándose como un zombie.

—Es tan común que te despiertes de ese modo—sonreí pero me gané una fulminante mirada de mi esposa, me acerqué ella y la tomé por la cintura, besé su frente. Escuchamos unas palmaditas y al girar la cabeza, Natassia nos miraba encantada.

—Así que tu padre te ha traído a despertarme ¿Eh?—preguntó Juliette amenazante para luego tirarse a la cama y empezar a hacerle cosquilla—. Ven querido esposo, ven—me tendió la mano, sonreí y me acosté con las dos pelirrojas.

—¡JODER! Ni si quiera aquí dejan dormir—gritó Sean golpeando la pared.

—¡Cállate Sean!—escuchamos la voz de Ben. Ambos dormían en la habitación de alado, era una litera así que no tenían de qué quejarse. En la otra habitación se encontraban Aarón, Ian y mi hermano Kevin, al principio protestaron porque las camas eran muy pequeñas y los pies les sobraban en el aire. Pero Juliette fue quien como siempre lo arregló todo.

—Te amo—susurró de pronto, la miré y seguía habiendo esa chispa en sus ojos, la besé y empecé a hacerles cosquillas a ambas.

—Te amo—susurré, besándola.



Muy lejos de Ecuador...


—¿Alguna información de dónde pueden estar?—preguntó con voz gruesa a uno de sus colegas.

—Sí, el GPS de uno de los autos nos muestra que están en Ecuador, en la provincia del Azuay. Al parecer se fueron con todos. Hasta la criada—respondió pasándole una foto de todos en el aeropuerto.

—No podemos hacer nada, así que será mejor esperar—opinó otro.

—Sí muchachos, sigue listo el plan. Tendremos que esperar a que regresen. Ése imbécil me las va a pagar muy caro—vociferó Alessandro colocándose las gafas, arrancó la moto y salió de su guarida.






Esperaré por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora