La era de los dioses:
¿Qué es amar? ¿Qué es ser correspondido? ¿Qué es sentir? ¿Esto fue lo correcto? No, no lo fue, y no tengo las respuestas a esas preguntas que atormentan mi cabeza, tenía la idea de un amor sano y dual, ahora no estoy seguro de nada.
Tal vez la pureza de lo que creía que eran sentimientos sanos y claros como el agua, se oscurecieron con el pasar de los años, se volvió un lodo sucio, putrefacto, lleno de gusanos por los celos insanos, nunca represente ese sentimiento, pero ahora es todo lo que siento y me detesto por ello, me odio casi tanto como lo amo a él.
Fueron años en los que ambos anhelamos al viejo Eros, él solo siendo como Kenos, alguien tan frío y sin gracia, un cuerpo con voz, pero sin las capacidades de poder expresarse y sin las ganas de hacerlo.
Solía sentarme junto a él, en esas noches en las que el remordimiento me atacaba y no me dejaba dormir, no era mi culpa, los dioses ya lo habían decidido y nada más estaban esperando a que Eros hiciera otra tontería, pero igual me consumía en la conciencia, no me ayudó tampoco que el enamoramiento creciera en mi cuerpo junto al anhelo de que volviera a ser como antes, Potos me dijo que lo dejaría sin trabajo si seguía sintiéndome de esa manera.
La pesadez en el cuerpo es indescriptible cuando lo veo revolotear sin su ánimo y alegría, solo lo hace por hacerlo, cuando me habla y su voz sale monótona, cuando intento discutir y solo me mira indiferente. He intentado de todo para que vuelva a ser como antes, casi reto a mi padre para que lo devolviera a la vida, no está viviendo, nada más existe.
No hicieron nada, Eros ha pasado tanto tiempo en ese estado que sus recuerdos ya parecen externos, intento hacer que me hable de lo que recuerda, de lo que era sentir antes, cada noche, con las constelaciones de testigos, me sorprende con sus palabras frías, pero con sus memorias tibias.
Cada vez que observo su perfil, esas ganas de expresar mi sentir, mi pasión, invaden cada vena de mi cuerpo, pero me frena la pena de mi amado, no me corresponderá porque no siente y eso refrena mis impulsos, pero no los elimina, los hace más grandes, más reales, la idealización de Eros en mi mente es tan grande, que ya no importa el pasado.
Me importa el presente, lo amo y porque lo amo, necesito que vuelva a ser como antes, cueste lo que cueste, sangre lo que sangre, sufra lo que tenga que sufrir, porque sin amor, sin este amor, ¿quién soy? No soy nada sin Eros, nací para el verdadero dios del amor, no para su cascarón. Habré fallado en mi propósito con él, no maduró, creció en cuerpo, pero no en alma, le debo esto.
—¿Quieres intentarlo de nuevo? —pregunto y sus rulos cobrizos le caen por la frente cubriendo parte de su perfil.
Lo veo encogerse de hombros y sin rastros de diversión o picardía me observa, sus ojos no tienen brillo y me miran sin ningún tipo expresión, está en blanco, como desearía que estuviera jugando a imitar a Kenos y su chiste haya durado muchos años, ya los días son fríos, sigue flechando, pero sin emoción, solo lo hace y eso me hiere.
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El suicidio de Cupido
FantasyEl mundo ha dejado de creer en el amor y las cosas para Cupido se han complicado, ser el ser que reparte el amor a las personas, pero sin poder experimentarlo, es algo que frustraría cualquiera; eso y muchos factores causaron que Cupido decida termi...