CAPÍTULO CVI

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Después de lo ocurrido con Cristal, decidí pasar el resto de la mañana con Víktor, Lisa y Amber, aprovechando la suerte de que hoy coincidiera su día de descanso. Luego, cuando noté que Víktor y Lisa querían quedarse a solas, fui a las cocinas y me entretuve preparando un par de pasteles de mora. Y por último, sin poder contener más las ganas de ver a Hudson, fui a buscarle a su despacho, con la esperanza de que ya hubiera terminado de trabajar o de que al menos pudiera tomarse un pequeño descanso. Sin embargo, cuando llegué al séptimo piso y me fui aproximando a dicho cuarto, oí con claridad las voces de Cristal y Hud, quienes parecían estar mantenimiento una fuerte discusión. Me escondí tras la esquina de la pared y deseé con todas mis fuerzas que no se diesen cuenta de mi presencia, pues aunque sé que no está bien escuchar conversaciones ajenas, lo hice de todas formas; por si acaso se le ocurría a ese mal bicho decir alguna mentira sobre mí. Después de que me amenazara de esa manera, tenía muy en claro que Cristal puede hacer cualquier cosa con tal de conseguir todo lo que se encapricha.

La puerta estaba levemente entreabierta,
lo que me permitía ver muy vagamente los perfiles de ambos vampiros. Cristal tenía el rostro lleno de sangre; de  lágrimas. Su expresión denotaba desesperación, mientras que Hudson se encontraba totalmente serio, mirándola impasible. Cristal parecía desesperada, y él muy enfadado.

Pero lo que me descolocó por completo, es que ella solo llevaba de cintura para arriba un sujetador puesto.

Las manos me comenzaron a sudar, y mi respiración a acelerarse por momentos.

—Por favor, Huddy, no hagas esto —suplicó ella, mientras le tomaba las manos con desesperación. Él las apartó lentamente y retrocedió un paso, con una mirada de clara decepción.

—No quiero que vuelvas a hacer eso. No quiero que vuelvas a entrar aquí en ropa interior, y muchísimo menos que vuelvas a intentar besarme, ¿ha quedado claro?

¿Cómo ha dicho...? ¿que ha hecho qué?

¿Alguien sabe por casualidad dónde guardan los príncipes la verbena?

Es para una nueva receta.

—¡¿Por qué no?! ¡no finjas que no te gusta lo que ves! —vociferó Cristal.

—No, Cristal, ya no me gusta lo que veo en ti —dijo él, de forma calmada, haciendo que el rostro de la pelirroja se contrajera en dolor—. ¿Qué cojones te ha pasado?

—¡La pregunta es qué te ha pasado a ti! ¡tú me querías antes de que esa furcia apareciera en nuestras vidas!

—Como vuelvas a llamarla así, te arrancaré la lengua. —Cristal se encogió por el tono tan frío y brusco que Hudson había utilizado— Como vuelvas a faltarle al respeto, te prometo que me olvidaré de que alguna vez hemos sido amigos, y empezaré con cortar las relaciones que tenemos con tu maldito reino. Y viendo cómo está ahora la situación con los licántropos, es lo último que os interesa.

—¿Lo ves? —jadeó, como si no pudiera creérselo— ¿cómo te atreves a hablarme así? ¿cómo te atreves a despreciarme?

—Eres tú la que, faltándole al respeto a mi prometida, me estás faltando al respeto a mí. ¿Sabes? ella tenía razón.

—¿Sobre qué?

—Sobre ti.

—Ya, claro... —le dio la espalda y se llevó las manos a la cabeza— ¡ella siempre tiene la razón! ¡ella es perfecta!

—Cristal...

—No sabes cuánto lo odio... —musitó con la voz rota, interrumpiéndole.

Hudson ladeó la cabeza, confundido.

INVICTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora