Capítulo 6

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—Te tengo, la mia vita.

Sus labios se curvan en una filosa y peligrosa sonrisa que denotan en mi un miedo profundo.

—¿Qué? —no me da tiempo a responder cuando lo tengo frente a mí con un paño del cual desprende un fuerte olor y lo deja a centímetros de mi nariz.

Luego de eso, todo es negro.

Lucifer

La veo dormir en la cama inconsciente mientras su respiración es lenta y me parece lo más angelical que mis ojos han visto.

Su cuerpo delicado es tan dominable y causa una erección que intento calmar por el simple hecho de que no vengo a saciar mis ganas con ella, menos sin su consentimiento, ella jamás sería una mujer para mí.

No soy como el hombre que golpea la puerta.

A tiempo, abro la gran separación de mi cuarto al pasillo, y lo primero que ven mis ojos es a él.

—Daniel, ¿qué te trae por aquí?

Veo como quiere saber que hay dentro del cuarto, algo que no le impediré.

—Quería venir a despedirme, me di cuenta que te perdiste en la fiesta.

Su falsedad es tan repugnante que me hace cuestionarme si es un verdadero mafioso, sus mentiras las huelo a kilómetros.

—Oh, es que mi mujer está algo cansada.

—¿Tu mujer? —pregunta como una víbora.

—Sí, MI mujer.

—No sabía que estuvieras casado, Lucifer.

Sonrío sincero ante su pregunta, la cual desea saber muchas cosas con un cuestionamiento tan inocente.

—Hoy lo hicimos formal, de hecho, tengo los papeles en la mesa. —digo casual mientras señalo dentro de la habitación, para ser exacto, justo en la mesa de noche que yace a lado de la cama donde duerme la chica.

Lo dejo pasar al cuarto y veo como su rostro se deforma al ver a la ninfa en la cama.

—Aurora... —dice bajo.

—Sí, la hija de la ninfa que te quemó el cuello.

—Deméter.

—La misma... mi duda es, ¿Por qué lo hizo?

Su mandíbula se marca aún más, mientras aprieta sus dientes con furia.

—Problemas personales. —responde simple y asiento con mi cabeza.

—Bueno, espero que hayas tenido buena velada.

Observo como no le quita el ojo a la chica, y carraspeo para que pueda despegarse.

—Claro, nos vemos mañana por lo de las embarcaciones.

—Nos vemos mañana, Daniel.

Voy cerrando la puerta, cuando me detiene su mano y se planta frente a mí.

—¿La amas? —suelta de una y me deja un poco en shock su pregunta.

—Por supuesto que la amo, es la mujer que acabo de desposar. —respondo rápido.

—Si la amaras, no la hubieras desposado, Lucifer. —y con eso, se va.

♡♡♡♡

A la mañana siguiente, me mantengo revisando papeles de la empresa y de las modelos que voy despachando, las cuales nunca fueron un buen polvo y si no me la chupan bien, jamás podrán estar caminando con mi ropa puesta en pasarela.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora