Capítulo treinta y siete

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ALEX

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ALEX

Miércoles 18 de enero

Desastroso primer encuentro

El primer día de Riley en Caffeine ha sido un éxito. Esta mañana llegó después de la universidad para comenzar con su entrenamiento en el arte de servir café y preparar el resto de las bebidas del menú. Le ha ido bastante bien, Della está más que contenta con su decisión de contratarlo y ya ha colocado un cartel para buscarle compañero. Una vez que haya dos personas bien capacitadas para el trabajo, Caffeine podrá mantener sus puertas abiertas por las tardes.

Un conocido silbido me hace detener la afeitadora y voltear hacia la entrada del baño. Thad, que acaba de llegar del trabajo y todavía trae el abrigo y el maletín de su laptop en mano, se apoya de la moldura de la puerta.

—¿Poniéndote guapo?

—Joy me invitó a la casa de su mamá —le cuento mientras vuelvo a lo que hacía—. Cenaremos con ella y Danny.

—Bueno, hay que impresionar a la suegrita. Si el hermano no es el difícil, supongo que ella debe serlo. —Chasquea la lengua—. ¿Vas a desempolvar tu auto por fin o Joy te recogerá?

—Lo segundo.

—¿Y regresas esta noche o...? —se arrepiente, deja la pregunta a medias y chasquea la lengua—. Bah, para qué preguntar lo obvio. Supongo que te veré mañana, ¿no?

—Es lo más probable —admito—. ¿Tú tienes algún plan para hoy? Es temprano y ya estás en casa. Me enorgulleces, Thaddy.

—Sí, de hecho, iré al Crown a jugar tenis con Ralph.

Detengo la afeitadora para voltear a verle de nuevo, sorprendido.

—¿Daellenbach?

—El mismo —asiente—. Nos topamos hace unos días y acordamos juntarnos para un partido amistoso.

—Creía que a él le iba más el polo.

—Sí, bueno, lo dejó después del accidente.

—No tenía idea. Envíale mis saludos a él y a su hermano.

—Lo haré. —Asiente y hace el amago de dar la vuelta para irse, pero se detiene de último momento—. Por cierto, imagino que no te enteraste, pero ahora tienen una hermana.

—¿Qué? ¿Los Daellenbach adoptaron?

—No, concibieron a la niña igual que a los primeros dos. Si no me equivoco, tiene unos tres o cuatro años. Se llama Charlotte, como la mamá.

—Wow...

—Lo sé —Thad ríe—. En fin, voy a cambiarme antes de que se haga más tarde.

—Sí, no puedes llegar al Crown sin la ropa adecuada y mucho menos con esa horrenda mancha marrón en tu entrepierna.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora