Chris
Me ha echado de menos. Ella me echó de menos. Eso solo quiere decir que me necesitaba, que quería estar conmigo, al igual que yo quería estar con ella. Quizás no estoy tan lejos como pensaba, quizás sea el mejor momento para pedirle que seamos algo más que amigos.
Está bien, no voy a hacerme ilusiones, puede que las mariposas del estómago ahora no me dejen tranquilo y no me permitan pensar con claridad. Lo que verdaderamente me pregunto es cuándo será el momento apropiado para pedírselo. No espero una respuesta afirmativa ni mucho menos, de hecho, pienso que me rechazará, pero por lo menos habré sembrado la semilla y solo dependerá de ella que siga creciendo o que se pudra para siempre.
Finalmente, Sam pudo recuperarse y después de dos semanas encamada y de mala gana, sus heridas le permiten volver a andar. No obstante, para su desgracia, debe hacerlo con zapatos. Los médicos no toleraban que estuviera descalza con esas heridas a riesgo de que se le infectasen y fuesen a peor. Ella obviamente se negó rotundamente, pero tras explicárselo de mil formas distintas creo que consiguió entenderlo. Durante esas semanas, estuve acompañándola la mayoría de días, incluso conseguimos que pusieran una televisión en su habitación y pudimos seguir con la lista de películas románticas de PJ.
He decidido vigilarla durante toda la mañana en el instituto, según Greta, si ha tenido ataques tan seguidos, es posible que vuelva a tener más en cualquier momento. Con lo cual, he prometido no quitarle el ojo de encima, además de que cumple con eso de llevar los zapatos puestos a todos lados. Y a pesar de que le parecía raro que la estuviera persiguiendo estos últimos días, no pareció importarle.
A la hora de la comida no fue una excepción, aunque tuve que convencerla de que nos sentásemos con los demás. Hoy es un día bastante soleado, Sam está más contenta de lo normal y yo disfruto de la comida con todos mis amigos. Pero no puedo quitarle el ojo a uno de ellos en particular, de hecho, el único que no participa en la conversación. Su mirada está posada sobre su ensalada caducada, y ni siquiera tiene pinta de que vaya a probar bocado. Al parecer mis miradas atraviesan más de lo que pensaba porque levanta la cabeza en mi dirección con una expresión de preocupación, hay algo que al gran Tyler le preocupa y creo saber qué es.
—Sam —pronuncia Tyler una vez se decide a hablar—. Sé que has pasado por un mal momento y puede que no sea adecuado decir esto ahora, pero, ¿podrías hacerme un favor? —Todos los demás callan prestando atención a lo que tenía que decir.
—¡Claro! —responde ella con su amplia sonrisa.
—Necesito que me lleves a ver a tu madre.
—¿Qué? ¿Para qué? Creía que habías cerrado ese asunto —intervengo confuso.
—Me siento con un gran peso sobre mi espalda desde entonces, y aquella vez lo sentí aún más pesado entrando en su casa. Pensar que ella disfrutaba de su vida en aquella mansión y que por mi culpa tuvo que salir de ella para no volver, me come la cabeza. Sé que no tuve la culpa del todo, pero sí en parte y es como me siento. Creo que lo mejor será disculparme con ella, se lo debo a ella y a mí mismo.
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Enamorando a Sam
Teen FictionTodos en el instituto conocen a Chris Cooper, quien es famoso por dejar una estela de corazones rotos cada semana. Pocos saben quien es Sam, un enigma que deambula descalza por los pasillos. Para Chris, el amor se ha convertido en un juego, un clich...