OO2; Metawin

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Arregló mi camisa de color rosa pálido, e intento hacer algo con mi cabello. No importa cuánto me esfuerce, algunos mechones sueltos se niegan a acomodarse. Suspiro, me parece abrumador y triste observarme, estoy aburrido, cansado y honestamente fastidiado.

Hace más de tres semanas que tuve un accidente. Había salido tarde del estudio mientras intentaba sacar los pasos de una de las nuevas melodías de Supanut que me había estado robando el sueño. Esta es una de las cosas que papá replica sobre mí. Si algo se me mete en la cabeza, no pararé hasta hacerlo y lograrlo. Pero sabía perfectamente que este no era mi día, todo parecía ir mal desde que desperté.

- Flashback. [Tres semanas antes]

Mi despertador no había sonado, y aunque su ropa estaba lista, extrañamente una de mis camisas se había atorado con un clavo, y se había rasgado, tuve que regresar a casa para cambiarme y salir de nuevo. Al llegar, tenía un retraso de minutos bastante grande, y parecía que no tenía ninguna consideración por los que me esperan.

Al menos mi padre no me regaño, tampoco puntualizo la hora en que llegué. La reunión fue tranquila y realmente agradecía que nadie comentara o se quejara, que todos sean tan amables, leales y trabajadores. Es sin duda la razón por la cual el estudio funciona; no son solo sus palabras, su padre mismo considera a cada empleado parte de la familia y les da apoyo incondicional. Aprendimos a no etiquetar y no sentirnos superiores.

Realmente nunca me interesó aprender análisis ni tampoco edición musical, me incliné por las coreografías y la danza. Cuando lo expuse a la edad de siete años, fui el niño más feliz. Esa misma tarde mis padres habían iniciado los trámites en la academia de mi tío Mild. Por fortuna, el mejor amigo de mi papá es el dueño, así que todo fue relativamente más fácil.

Por supuesto, me indicaron que permitirme estudiar danza no era permitirme dejar de lado los estudios y sin duda fue algo que comprendí muy bien.

El horario de salida general era entre cinco y seis de la tarde, raras veces se podía antes, pues se labora cinco de siete; sin embargo, aquel día...

Aquella melodía golpeteaba fuerte en mi mente mientras ideas fluían para terminar al fin la coreografía que deseaba presentarles a mis padres y sus hermanos. El tiempo avanzó más pronto de lo que desee, mi teléfono comenzó a danzar sobre la mesa de madera y metal mientras la pantalla parpadeante lucía ante la tenue luz del salón.

Me levanté con elegancia, pues mi rutina terminaba en el suelo, alcanzando primero la toalla para retirar el sudor de mi frente. Alcanzó el aparato y miró sorprendido la hora antes de contestar. Deslizó el pulgar sobre la pantalla pero fue tarde; la llamada fue cancelada.

Tomo la botella de agua y desenrosco la tapa para beber, abriendo la aplicación de mensajería donde tenía más de seis mensajes de sus padres, diciéndome lo tarde que es. Terminé enviándole un texto a mi padre, mientras que un audio a papá para más comodidad.

Por supuesto, había visto el nombre en la pantalla sobre quien llamó. No tenía humor para devolverle la llamada, realmente tenía tiempo sin humor para tratar con él. Es por el hecho de su indiferencia, sus comentarios de mal gusto disfrazados de bromas (bromas estúpidas) o el hecho de que se sentía más como un trofeo que como una pareja.

Suspiró cansado, no hubo otra llamada, tampoco un mensaje; así que dio por sentado que se había equivocado, se deshizo de sus zapatos de baile, de sus calentadores; se dejó las mallas oscuras. Deslizo la mezclilla de mi pantalón, tobillo a tobillo.

Aseguro con el botón y subo la cremallera, colocándome el suéter durazno que mi hermano mayor me regaló.

Metí en mi maleta los zapatos, no sin antes sacar mis tenis favoritos y todo lo que suele llevar dentro de la maleta. Todo estaba listo, así que alcanzo las llaves, mi botella de agua y mi celular. Salí dando saltitos animados mientras ingresaba la llave en la perilla, cerrando mi salón.

╰┈ 𝐂𝐎𝐃𝐄𝐖𝐎𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora