Cuántos problemas más voy a tener!? (5)

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Sovieshu insistió en venir conmigo, pero me negué rotundamente. No quería que terminaran discutiendo.

Acompañada de Cherry y la sirvienta de la emperatriz, hice todo el camino hasta la oficina de Navier. Mi plan desde un principio iba a ser evitarla lo más posible para no causar conflictos. No me importaba en lo más mínimo lo que había dicho el zorro: Yo no iba a causar el divorcio. Sovieshu iba a tener que encargarse solito.

Aparentemente, Navier tenía otros planes.

La sirvienta anunció mi llegada. Como me estaban esperando, me permitieron pasar inmediatamente.

Navier se veía como una diosa inalcanzable. Su rubio cabello estaba recogido en un peinado precioso, con mechas sueltas que enmarcaban su rostro tallado por los mismos ángeles. Me esforcé por no quedar boquiabierta como un pez.

—Su Majestad la Emperatriz. —Saludé, inclinándome por la cintura en la silla de ruedas.

—Lady Rashta. —Asentí.

—Sí, Su Majestad? —Pude sentir la mirada glacial de Navier midiéndome. Me estremecí.

—Mis criadas me dijeron que rechazaste su ayuda en el baño. Dijiste que no querías ofender a su Señora. —La pluma de la Emperatriz seguía danzando en los papeles.

—No sabía que eran sus criadas, su Majestad —Mentí. Navier ni siquiera levantó la vista de su trabajo.

—Pero si sabes que el Emperador es mi esposo.

—Por supuesto, Emperatriz.

—Si el emperador se hubiera ofrecido a bañarte, hubieses aceptado?

ª

—Lo siento, su Majestad, pero no comprendo–

—Según lo que se me informó, parecías muy cómoda mientras el Emperador te alimentaba en los campos de caza. Tampoco te quejaste cuando te cargó en brazos y te dejó en la cama.

ª

'La cagué'

—Emperatriz, no tenía ni idea de que era el Emperador quien–

Navier puso suavemente la pluma a un lado y clavó su mirada en la mía, congelándome en el lugar.

—Si eres lo suficientemente inteligente para saber que no debes permitir que criadas que no son las tuyas te den un baño, eres lo suficientemente inteligente para abstenerte de causar escándalos. Retírate. No tengo más que hablar contigo.

Me había pegado tal paliza mental que quería llorar.

No se me había ocurrido que alguien en la partida de caza fuese a contar lo que vio. Evidentemente, estaba asquerosamente equivocada y los chismes se regaban como la pólvora en el palacio.

Y yo que pensaba que no había hecho nada malo.

Ay...

De vuelta a mi habitación, traté de poner la mejor cara posible. Si Sovieshu notaba que me sentía cabizbaja, iba a arder Troya.

—Rashta... —El Emperador se puso de pie en cuanto entré en el cuarto. —Qué sucedió?

—Oh. Nada. La Emperatriz solo quería ver quien había rechazado la ayuda de sus criadas. —Sonreí. Supe automáticamente que no me había creído una sola palabra. —Comemos? Me muero de hambre, y todo huele tan delicioso!

Mi cambio de tema fue tan forzado que me di lástima, pero Su Majestad no se aferró, así que nos sentamos frente a frente a desayunar.
Intentando buscar otro tema de conversación, recordé que en ese momento en la novela el palacio estaba ocupado organizando la fiesta de año nuevo.

Ayuda! Reencarné en la Rata!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora