No era cualquier llamada, era una llamada que le había hecho a Buccellati. Y encima de todo ¡Era una videollamada!
Abbacchio lo descubrió cuando repentinamente apareció su papada en un recuadro pequeño en la pantalla de su celular. había tenido un par de esas mentadas videollamadas con Ghiaccio y Risotto.Mierda, mierda, mierda, tenia que cancelar esa llamada cuanto antes.
Pero no fue tan rápido, para su desgracia... ¿¡o para su suerte!?
Abbacchio contuvo un jadeo cuando vio en su smartphone aparecer lo que parecía una televisión. Pronto esa imagen cambio, en menos de un segundo estaba viendo el hermoso rostro de Buccellati.
Tenia su trenza medio desecha, los hombros desnudos. Podía oír el sonido de un ventilador y una música que no pudo identificar, el pelinegro aparentemente miraba fijamente la pantalla de su celular. Oh, por todos los cielos, Bruno estaba sin camisa. Era una noche calurosa después de todo...
Abbacchio se reincorporo al instante, su corazón iba a mil, alejo el teléfono de su rostro en un segundo.
Y pudo ver a Buccellati sonreir.
- ¡Signore Abbacchio! – saludo entusiastamente el precioso pelinegro. Bruno se acomodo el flequillo con su mano libre.
Abbacchio no podía lidiar con los alborotados latidos de su corazón. Y mucho menos después de ver la sonrisa del hermoso pelinegro.
- Buccellati... - saludo Abbacchio. Mierda, desde donde estaba se empezaron a oír los gritos de Ghiaccio. Leone se puso inmediatamente de pie, tomando su botella de cerveza y camino hacia la puerta corrediza del balcón de la sala del hogar de Risotto. Deslizo la puerta con una mano y salió.
Bruno alzo una ceja al oír algo de ruido, pero termino sonriendo mas que encantado al ver como el signore Abbacchio era pésimo para sostener su celular, mayoritariamente lo que podía ver era la papada del albino. Le pareció muy lindo.
No pudo ver bien su rostro hasta que este se acomodó en otro lugar. La luz escaseo por unos momentos, pero Abbacchio no tardo en encender la luz del balcón.
- Yo... lo siento, inicie una videollamada por error – confeso el albino, estaba tremendamente nervioso, a decir verdad. – Aun no se cómo usar el celular... - se sincero el albino. Ciertamente su celular era de gama alta, pero el apenas sabia un poco de su funcionamiento. Lo había comprado por sugerencia de Ghiaccio, su sobrino.
- Oh... - Buccellati frunció las cejas.
¿Era la imaginación de Abbacchio, o el precioso pelinegro lucia decepcionado?
Buccellati se movió un poco, estirando su brazo. El pelinegro sostuvo su termo con su mano libre, dándole un sorbo directo del popote.
Los ojos de Abbacchio no pudieron evitar clavarse en la manera en la que los gruesos labios preciosos de Buccellati envolvieron el popote. El albino trago saliva.
- Quiero decir, perdón por molestarte – agrego Abbacchio al instante, en un intento por distraerse y no comenzar a pensar cosas indebidas al ver los bonitos labios de Buccellati tanto tiempo. Bajo su percepción, el semblante del hermoso pelinegro se debía a que lo había molestado.
- ¿Molestia? – Buccellati alejo el popote de sus labios – Para nada... - declaro el pelinegro. Los ojos de Bruno miraban atentos la pantalla. El signore Abbacchio no estaba usando camisa, al igual que el... Bruno se lamio los labios.
Una videollamada en una noche calurosa, en la que ambos estaban ligeros de ropa. El corazón de Bruno latía tan rápido. Se pregunto cómo se vería el hombre mayor que tenía ante el en la videollamada sin camisa, imaginando mas allá de sus hombros, lo cual era lo único que podía apreciar en la pantalla. Unos hombros que ciertamente eran demasiado anchos, de piel pálida.
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Eros ~Dall'uva dolce al vino inebriante~
RomanceLeone Abbacchio es un hombre maduro y acaudalado, cuyos tropiezos en la vida lo han mantenido en una rutina poco saludable el ultimo par de décadas, con el alcohol como su única compañía. Resignado a una vida de soledad, jamás imaginaria que el dest...