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Como el resto de los viernes, JiMin tenía clases en la mañana, de vez en cuando conferencias y nada más. Ese día terminó sus actividades más temprano de lo usual. Una vez libre pensó en ir a desayunar en otro lugar que no fuera la cafetería de la universidad, quería un gran batido de fresa, sentarse en un lugar tranquilo a mirar a las personas pasar.

Caminó entre el estacionamiento de la escuela, listo para marcharse. Sin embargo, se detuvo en seco cuando vio una figura familiar a los pies de la estatua de la mascota escolar. Debajo del enorme gato montés hecho de metal, sentado sobre el cubo de piedra, estaba YoonGi.

Los pies de JiMin hicieron un trazo confuso, sin saber a dónde ir. ¿Debería acercarse? ¿Tomar otro camino e ignorarlo? Porque YoonGi únicamente le dijo que no podía ayudarlo, no mencionó nada sobre no verlo más. La situación era demasiado confusa.

No entendía que podía estar ocultando YoonGi. Quizás podía estar en una relación con otro alfa, quizás planeaba ser mordido por lo que se convertiría en un delta. Aunque tan pronto como surgió la hipótesis, JiMin la descartó. YoonGi le dijo que no podría descubrirse el cuello para nadie, mucho menos podría ser marcado.

En ese momento ambos hicieron contacto visual y YoonGi terminó por saludarlo con una sonrisa de lado. JiMin decidió acercarse mientras sus dedos se retorcían sobre las correas de su mochila. Él podía iniciar el contacto esta vez.

—Buenos días, alfa.

YoonGi lo miró sorprendido, con la boca ligeramente abierta. Se veía bastante gracioso desde del ángulo que JiMin tenía.

—¿No estás molesto?

—¿Eh, por qué debería estarlo? —JiMin realmente preguntó, torciendo la boca. No se imaginaba porque él debería estarlo, pensó que ese era el sentimiento de YoonGi por la forma en que se alejó en su último encuentro.

—Rechacé algo que parecía muy importante para ti y no te di una explicación.

—Me diste una pero todavía no la entiendo. ¿Me explicas, por favor? —pidió y al parecer fue lo suficiente amable para cautivar al jugador de hockey. La sorpresa de YoonGi se transformó en una gran sonrisa.

—¿Tienes prisa? —JiMin sacudió la cabeza de un lado a otro. Cualquier cosa podría esperar si YoonGi se lo pedía— Siéntate conmigo.

Obedientemente JiMin tomó asiento a su lado. El lugar no estaba diseñado para sentarse así que sus rodillas terminaron apoyándose contra las de YoonGi. Entrar en el espacio personal de ese alfa significaba ser envuelto por su gratificante aroma. JiMin lo inhaló de una manera disimulada, tomando un respiro de las feromonas viriles con un toque dulce en el fondo.

Lo divertido fue que su nariz detectó un olor raro, como de cachorro. Venía del pequeño bulto cubierto que YoonGi sostenía en su regazo.

—¿Qué es eso?

—Una manta. Y debajo de ella... —Con la única mano libre, el alfa descubrió la pequeña manta rosa. Revelando a un gatito pinto que estaba tomando leche del biberón que YoonGi le daba. JiMin contuvo el aliento ante tal vista—. Es un gatito bebé. Lo encontré en un basurero cuando todavía no había abierto los ojos.

La bola de pelos de varios colores no parecía superar el mes de vida, lo que tenía sentido porque YoonGi no lo estaba alimentando con sólidos.

—¿Lo has cuidado desde entonces?

La pregunta de JiMin hizo que YoonGi se avergonzara, fue obvio por su sonrisa torpe.

—No ha sido mucho tiempo... Intenté convencer a mi padre omega de que se quedara en casa, pero no aceptó. —YoonGi juntó sus labios en un pequeño gesto de frustración—. Así que este amigo hoy está consiguiendo un nuevo hogar.

Nubes iridiscentes [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora