NARRA MATEO
- Entonces la señora Hills es la madre de ese gil? —pregunté aún sin entender muy bien lo que Paloma me acaba de contar.
- Sí, hubieras visto mi cara cuando me la encontré en su casa. —dijo riendo.
- Eso significa que...
- Que él y yo seguimos siendo novios, por ahora. —suspiró.
- No Paloma, no me digas eso por favor. ¿Qué carajo tengo que hacer para estar con vos? Parece que el universo no nos quiere juntos.
- Pero tampoco separados. —sonrió. —No lo sé, igual queda poco para acabar este curso...
- ¿Y mientras tanto tendré que seguir fingiendo que entre nosotros dos no hay nada?
- Si no lo haces me hará la vida imposible.
Asentí porque tenía razón. Aunque no quiero seguir fingiendo, no me quedan otras opciones.
- Dale, no te pongas triste amor. —dijo ella acariciando mi mejilla.
- Prométeme que no te vas a acostar con ese malpa...
- Te lo prometo. —dijo ella mirándome a los ojos.
Se puso encima de mí con cuidado y puso sus manos alrededor de mi cuello.
- Te amo. —susurró cerca de mi oído. —No sabes cuanto me pone verte así. —suspiré profundamente.
- Yo también te amo, pero por favor no calientes la comida si no te la vas a comer. —soltó una risita.
- Por cierto, tengo hambre. No comí nada desde el almuerzo.
- Solo decime lo que querés comer y salgo volando. —sonrió.
- Pizza.
- De una. —le di un beso.
(...)
- ¿Han decidido que van a pedir? —preguntó el camarero mirando demasiado insistente a Paloma.
- Sí, este vino — señalé uno de la carta — Una pizza muzzarella y otra —miré a Paloma.
- Calabresa, gracias. —le dijo ella al camarero.
- Con mucho gusto. —respondió este sonriente y lo miré con cara de asco.
Él se fue y Paloma empezó a reírse al ver mi cara.
- ¿Está celoso profesor? —se mordió el labio.
- No. —negué aunque era más que obvio que estaba mintiendo.
El camarero trajo el vino y nos sirvió, aún sin dejar de mirar a Paloma. Otro pajero.
Las pizzas llegaron al poco tiempo y mientras comimos hablamos sobre lo que ha pasado durante todo este tiempo en el que estuvimos separados.
- ¿Tus viejos como están? —pregunté por curiosidad.
- Bien, hablé con mi padre ayer y me dijo que vendría a visitarme la semana que viene.
Paloma y yo llevamos casi un año juntos y aún no conocí a sus padres. Ni siquiera sé si ellos saben que estamos juntos, Paloma nunca me habla sobre ellos.
- Pronto te los presentaré... Ellos todavía no lo saben. —dijo ella al ver que no contestaba. —los tuyos como están?
- Bien, esta tarde les dije que volvimos y se alegraron mucho. —sonrió.
Acabamos la botella de vino y pedí otra más.
- No sé como llegaremos a casa. —dijo ella riendo.
- Yo ya estoy un poco borracho. —empecé a reírme.
- Y yo también... ¿Puedo contarte un secreto? —susurró.
- Decime.
- No llevo puesta ropa interior. —se tapó la cara con las manos como una niña pequeña.
- ¿Podemos irnos ya a casa? —pregunté ansioso.
- No. —una sonrisa traviesa apareció en su cara.
Vi que algo se estaba moviendo por debajo de la mesa. Miré disimuladamente y vi que se había quitado los tacones. De la nada sentí su pie acariciando mi miembro por encima del pantalón.
- Paloma...
- ¿Sí? —preguntó mirándome a los ojos.
- Para. —le dije serio.
- No quiero. —dijo sonriente. ¿Cómo vas a impedir que siga?
Metí mi mano por debajo de la mesa y acaricié su pie. Lo deslicé por encima de mi pija haciendo más presión y ella se mordió el labio.
- Está muy dura. ¿Vamos a casa? No puedo aguantar más.
Asentí y ella quitó el pie para volver a ponerse los tacones. Me levanté para ir al baño y ella hizo lo mismo. Miré mi erreción por unos segundos y aunque intenté bajarla un poco fue imposible. Pagué la cuenta y le di la mano para caminar juntos hasta mi coche.
Nos montamos rápidamente y arranqué el motor, intentando centrarme en la carretera.
- Estoy muy mojada. —jadeó.
- Paloma, estás siendo muy desobediente. Cuando lleguemos tendré que mostrarte como portarte bien.
- Lo siento señor.
(...)
Llegamos a mi departamento y dejé el coche en el garaje. Le abrí la puerta y le di la mano para que se levantara. La subí en mis brazos hasta que su culo quedaba casi a la altura de mi cara. No pude resistirme y lo mordí por encima de la tela.
- ¡Mateo! —exclamó ella sorprendida.
- ¿Vas a seguir portándote mal, Paloma?
- Sí. —le di una palmada.
La bajé con cuidado y le di un beso. Puedo ser un tóxico posesivo con ella, pero eso no quita que la quiera más que a nadie en el mundo.
- ¡No me lo puedo creer! —gritó alguien. — ¡Paloma, decime que no es lo que parece! ¿Qué hace este gil con vos?
Miramos los dos a la vez para ver de quien se trataba y casi me da un paro cardíaco al verlo.
- Valentín.
Hola amores de mi vida.
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𝐏𝐚𝐥𝐨𝐦𝐚 𝐈𝐈𝐈; 𝐓𝐑𝐔𝐄𝐍𝐎
Teen FictionUn drama amoroso entre Nicole, Paloma, el profesor Palacios y otros.