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No editado.

 Se encontraba recostada en uno de los sofás junto a la ventana por la cual se colaban los rayos del sol

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Se encontraba recostada en uno de los sofás junto a la ventana por la cual se colaban los rayos del sol. Una de sus manos descansaba perezosamente sobre la ligera protuberancia de su vientre y la otra sostenía su teléfono con fuerza. Estaba esperando a que Emmet o Linda llamara con noticias acerca de la cita médica a la que habían partido hacía una hora y por alguna razón, desde que había abierto los ojos esa mañana no había tenido un buen presentimiento.

Ella había insistido en acompañarlo al médico, pero Emmet se negó inmediatamente, argumentando que no quería exponerla a todos los virus, bacterias y enfermedades que rondaban los pasillos del hospital más de lo necesario. Además, tenía que estar en casa para esperar a Becca quien había pasado la noche en casa de su mamá.

No estuvo conforme con la decisión, pero prefirió evitar una discusión por algo tan estúpido y accedió a quedarse en el apartamento para recibir a la pequeña. Como era fin de semana y no tenía que dar clases, había usado su tiempo libre para hornear galletas de avena y chocolate para darle a Becca.

El olor a vainilla aún permeaba el aire y Sophie no se pudo aguantar las ganas, así que fue a la cocina en busca del contenedor donde había puesto las galletas.

Se estaba sirviendo un vaso de leche cuando el timbre sonó unas siete veces seguidas. La persistencia de la persona al otro lado de la puerta consiguió que la rubia se olvidara de todo lo que estaba haciendo para ir a abrir.

—¡Sophie! —Era Becca.

Una sonrisa se adueñó del rostro de la mencionada, quien abrió los brazos y se agachó tanto como su vientre de tres meses y medio se lo permitió para recibir a la pequeña.

—Hola, cariño —saludó Sophie dedicándole una mirada de reojo a Elena, quien observaba la escena con desdén.

El sollozo que abandonó los labios de la niña se robó toda la atención de la mujer y de inmediato se enfocó en ella sólo para percatarse de que se encontraba llorando. Con suavidad la tomó de los hombros para alejarla lo suficiente como para detallar su rostro.

Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas enrojecidas y sus labios estaban fruncidos en un puchero permanente, pero lo que se llevó toda la atención de Sophie fueron sus ojos. Las dos orbes verdes lucían apagadas y sus párpados estaban hinchados, haciéndole saber que ya llevaba un buen rato llorando.

La mirada enfurecida de Sophie recayó en Elena, quien rodó los ojos al ver cómo Becca volvió a lanzarse sobre la rubia pidiéndole que la alzara.

—Quería que le comprara una aplicación de cinco dólares en mi teléfono, dijo que era algo para tocar música. Claro que no accedí, ¿por qué una niña de tres años necesitaría gastar dinero en algo que no necesita? —Comentó la morena a modo de argumento.

Sophie acomodó a la niña en su cadera y se enderezó para encarar a la mujer.

—Primero que nada, tu hija tiene cuatro, no tres. Aunque no me sorprende que no lo sepas, ni siquiera has compartido más de un mes con ella desde que nació —zanjó Sophie acunando la nuca de la pequeña, quien encontró refugio en su cuello.

Before You Go © | 18| [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora