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NOTÉ UNAS LEVES SACUDIDAS en mi hombro, y con leves quiero decir bruscas

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NOTÉ UNAS LEVES SACUDIDAS en mi hombro, y con leves quiero decir bruscas. Intenté seguir durmiendo como había hecho desde que había llegado, pero, se me hizo imposible gracias a mi hermano.

- ¿Qué quieres? - pregunté de forma brusca.

- Me dijiste que ibas a llevarme hoy al nuevo centro comercial - dijo mientras seguía sacudiéndome.

- ¿Si? No lo recuerdo - conteste mientras me daba la vuelta dispuesta a seguir con mi maravilloso sueño -. Te lo habrás imaginado.

- ¡Irina, no me jodas, levántate! - me dijo dándome tal empujón que termine en el suelo.

- Te vas a cagar, listillo - dije entrecerrando los ojos mirándole.

- Venga, vamos - me ignoró tirándome las llaves del coche.

- ¿Sabes que eres un cabrón muy pesado?

- Seré lo que quieras, pero tú llévame al centro comercial - dijo levantando los hombros.

- No te pases que aún estoy a tiempo de no llevarte, así que yo de ti me callaría la boquita - le conteste mientras le daba una colleja. - Tira, anda.

Nos montamos en el coche dispuestos a ir al nuevo centro comercial que se había abierto en Hawkins. La verdad, cuando decidí volver con mi hermano aquí, lo que menos me esperaba era esto, es decir, la tienda más grande que había hace tres años era la tienda de Joyce y no era muy grande que dijéramos.
Mi hermano iba tarareando la canción que sonaba en la radio ilusionado por ver todas las tiendas. Sé que echaba de menos esta cuidad, él había crecido aquí, con sus amigos, conmigo, con todas las quedadas en casa de Mike para jugar, esta cuidad era su hogar. Y el mío también, los dos lo sabíamos, y no tuvimos ninguna duda en cuanto una sonrisa apareció en nuestros rostros al pasar por el instituto al que tres años atrás habíamos estudiado durante toda nuestra vida.

Estuve un buen rato buscando sitio para aparcar, hasta que después de un cuarto de hora un coche se iba y ocupé su lugar. Bajamos del coche directos a atravesar las puertas de ese nuevo edificio.

- Hostias - dijo mi hermano recibiendo otra colleja de mi parte.

- Que no digas tacos, joder - le dije mientras el me levantaba una ceja -. Yo soy mayor que tú, cuando tú seas mayor que yo los podrás decir - a lo que él me respondió sacándome el dedo.

- Bueno, vamos - dijo avanzando hacia el centro del centro comercial.

Estuvimos más de una hora y media entrando y saliendo de casi todas las tiendas que habían ahí dentro. ¿Para qué? Para que se comprara una puta mierda de camiseta de deporte. Pasamos por más de veinte tiendas, y simplemente se compró una. ¡Una!

- ¿Me has hecho traerte hasta aquí para que te compres una mierda de camiseta? - le dije mientras señalaba con la cabeza la bolsa donde estaba la prenda.

- No, te he hecho venir para ver cómo era esto - dijo levantado una ceja mientras me miraba -. Además así ya sé que hay en cada tienda para la próxima vez que venga - a lo que yo simplemente puse los ojos en blanco y solté un suspiro.

Después de otra media hora dando vueltas como tontos, decidimos ir a por una helado. Enfrente de nosotros había una heladería llamaba " Scoops Ahoy" . Dentro, el lugar estaba decorado con detalles de marineros, y en el mostrador había una chica de pelo corto, rubio oscuro que estaba atendiendo a una pareja que teníamos delante. La chica no parecía muy entusiasmada con el trabajo, y al parecer mi hermano también lo había notado.

- No sé si la chica llegará a atendernos, porque tiene una cara de muerta - se rió por lo bajo a lo que yo contesté soltando una carcajada.

A los pocos minutos la pareja se fue con su helado hacia un asiento de la esquina de la heladería, y al parecer mi hermano y yo no estábamos tan equivocados porque cuando tocó nuestro turno la chica se metió para dentro y en su lugar salió un chico alto, vestido con el mismo horroroso uniforme, y mejor no hablemos del gorro, y con un cabello que reconocería en cualquier parte, y una vez más, mi hermano también.

- ¡STEVE! - soltó gritando como si estuviese en un parque, a lo que el nombrado levantó rápidamente la cabeza para ver a mi hermano con la boca abierta sonriendo.

- ¡JAXON! - dijo saliendo de detrás del mostrador para hacer un estúpido choque que se inventaron hace años. - ¡¿Qué cojones estás haciendo aquí?!

- Hola a mi también - dije sarcásticamente.

- Irina, madre mía - dijo mientras  me mira de arriba abajo con una sonrisa y luego se acercaba hacia mí, y me envolvía en sus brazos haciéndome girar - Ya podrías haber avisado - dijo contra mi oído.

- Si lo hubiésemos hecho me habría perdido verte en este ridículo uniforme - dije entre risas.

Cuando al fin me dejo en el suelo y pude verlo bien noté como algo en él había cambiado. No me refería al físico, en cuanto eso seguía estando igual, igual de bueno digo, sino más bien me refería a su actitud, el Steve de hace tres años jamás hubiese trabajado en una heladería ridícula como esta.

- ¿Cuándo habéis vuelto? - preguntó mientras nos envolvía a los dos por los hombros.

- Ayer, pero Irina no quiso ir a ningún lado - dijo mirándome entrecerrando los ojos -. Ya sabes como es - eso último se lo dijo susurrando, pero por desgracia para él alcancé a escucharlo perfectamente.

- ¡Tenía sueño! - dijo indignada.

- ¡¿Cuándo no tienes sueño tú?!

- Eh, venga, ya sabemos que tu hermana es un koala, pero hay que aprender a vivir con ello - dijo sacudiéndome el pelo.

- ¿Perdona? - dije condicionándome enfrente de ellos con los brazos como jarras - Si vosotros sois unos búhos no es mi problema.

- Vale, vale, vale, creo que el koala ya se ha enfadado - dijo con una sonrisa -. Venga, invita la casa, ¿qué helado queréis?

- Harrington, ¿puedes dejar de enchufar a tus amiguitos? - dijo la chica de antes abriendo una ventana que estaba detrás de Steve, quien se limitó a poner los ojos en blanco.

- Irina, Robin, mi compañera de trabajo. Robin, Irina, mi... exnovia - dijo señalándonos para presentarnos.

- ¿Exnovia? ¿Has aguantado a este tío en una relación? - dijo sarcásticamente, a lo que yo sonreí.

- Sí, además durante cuatro años - dije riéndome.

- Ufff, pobrecilla.

- Oye, ¡estoy aquí! - dijo levantando los brazos indignado.

- Sí, está aquí - dijo mi hermano mirándome entrecerrando los ojos -. Además, yo no te oía quejarte mucho de él cuando estabais juntos.

- Sí, qué raro, porque tú siempre estabas de por medio - dije sonriéndole sarcásticamente a lo que él me sacó el dedo.

- ¿Sabes, Irina? Creo que nosotras dos nos vamos a llevar muy bien - dijo mientras chocábamos los cinco por encima de la barra.

The way I love you [ Steve Harrington ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora