¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝟏𝟏 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.
𝐌𝐨𝐧𝐭𝐞𝐜𝐚𝐫𝐥𝐨, 𝐌𝐨𝐧𝐚𝐜𝐨.
Despertar entre los brazos de Charles era, para la castaña, una sensación única.
Había experimentado muchas emociones en la vida, pero despertar con aquel hombre despeinado, con las expresiones relajadas y los brazos envueltos alrededor de su cintura era algo que jamás, incluso aunque se le borrara la memoria, podría olvidar.
La noche anterior fue una locura. Aún recordaba las manos de Charles recorriendo su cuerpo por primera vez. Sus ojos verdes mirándola como si estuviera observando una maravilla del mundo seguían presentes en su imaginación cada vez que lo recordaba.
—Buen día. —murmura Charles con la voz ronca.
Julie levanta su espalda de la cama para mirarlo con detenimiento y sonríe al verlo con los ojos achinados.
—¿Esto es real? ¿Está pasando ahora?
El monegasco suelta una risa y asiente con la cabeza.
—Es tan real como lo que sucedió anoche.
Las mejillas de la castaña se enrojecen de un momento a otro y se tapa la cara.
Sí, era real.
Julie se levanta de la cama y, bajo la atenta mirada de Charles, se pone la camisa con la que se suponía que él se casaría.
Pero no se casó, repite Julie en su mente.
—¿Qué quieres desayunar?
—A ti.
—Charlie... —insiste la chica.
—Me conformo con un café con...
—Tres cucharadas de azúcar, lo sé.
El monegasco la mira reprimiendo una sonrisa.
—Te he tenido frente a mí toda mi vida y... —Julie lo interrumpe con un beso y rápidamente se pone de pie.
—Te prepararé el café.
La castaña sale de la habitación, no sin antes pasar por el baño para arreglarse un poco.
Estaba despeinada. Muy despeinada. El maquillaje corrido la hacía parecer un mapache pero eso no le importaba, porque la imagen que el espejo le devolvía aquella mañana le mostraba una Julie, finalmente, muy feliz.
