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𝟏𝟗 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟏.
𝐌𝐨𝐧𝐭𝐞𝐜𝐚𝐫𝐥𝐨, 𝐌𝐨𝐧𝐚𝐜𝐨.
Los ojos verdes del piloto de Ferrari se conectan con los azules de Julie por una fracción de segundo, hasta que la chica baja la mirada para concentrarse en el británico que la mira de frente. No es momento de concentrarse en Charles, existen otras cosas importantes en la vida, como los bonitos labios de Lando que dicen algo que ella no es realmente capaz de escuchar.
—Te he traído un regalo. —comenta Norris tímidamente. Julie sonríe y baja la mirada.
—No hacía falta, Lan. —dice la chica también con timidez.
Lando era hermoso. No podía negarlo. Pero no era Charles. A pesar de que intentara no pensar en él, no podía. Era como un boomerang. Hiciera lo que hiciera, jamás podría salir de su cabeza.
Odiaba comparar, detestaba profundamente poner a dos personas en una balanza para ver quién pesaba más. Pero no podía evitar comparar a todos con Charles. Porque jamás iban a llegarle, ni siquiera, a los talones.
—Se lo he dejado a Arthur porque no sabía dónde estabas, luego pídeselo. Es una caja rosa.
—Gracias. —dice, y enrolla sus brazos alrededor del chico, quien rodea la cintura de la castaña y la acerca más a él inocentemente.
—Julie, lo siento si te incomodo, pero estás preciosa.
—Tú también estás muy bonito, Lando.
[...]
No sabía en qué momento de la noche había consumido tanto alcohol ni de donde había salido esa cantidad. Bueno, en realidad sí sabía, el responsable era Arthur. Pero más allá de eso no tenía idea de nada. Las copas viajaban de su mano a la mesa y volvían llenas como por arte de magia. No recuerda haberse servido un solo trago.
