El deseo no siempre es controlable

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A la mañana siguiente, me encontraba junto a Esma en la lavandería, lavando los vestidos de nuestra sultana. Esma solo me miraba sin decir nada.

Qué? - pronuncie mientras seguía escobillando con mis nudillos -

Tienes mucha suerte Zerdali - indicó algo molesta, me detuve y frunci el ceño- de que estas hablando?- me di media vuelta hasta quedar frente a ella- porqué dices eso? - ella se acerca a mí - el príncipe Mustafa le ofrecerá su corazón, además de eso, usted cuida del príncipe Mehmed, para rematar ganaste toda la confianza de nuestra sultana en solo unos meses - su envidia era evidente, pero no me encontraba en situación para discutir sobre el tema.-

Esma, entiendo que puedas sentirte de manera abrumadora, pero hoy estoy ocupada... - tome los vestidos para ir a colgarlos, tenían que sacar antes de las del anochecer, la sultana debía ir a ver a su majestad hoy a sus aposentos.
Comencé a colgar las refinadas prendas para que pronto estuvieran listas. Estaba tan concentrada en colgar de manera correcta esas telas refinadas, que ignore por completo todo paso detrás de mí-

Zerdali! - escuche una voz fuerte y firme, lo que hizo que mi cuerpo se diera media vuelta y bajara la cabeza de modo automática, era el príncipe Mehmed, el estaba tras de mí, y como no había prestado atención por mi concentración no me había percatado que el se dirigía a mí lugar.-

Su alteza - hice una reverencia rapida- que se le ofrece - el me miraba con una pequeña sonrisa, al parecer el salto que pegue por el susto de su voz le hizo bastante gracia-

Lo siento, pensé que me habías escuchado venir - dijo mientras miraba mis manos, estas estaban rojas de tanto fregar los vestidos. Agarra mis manos - tus manos están dañadas - espero a que respondiera algo -

No se preocupe su alteza, los vestidos de su madre se encuentran en buen estado, fui bastante cuidadosa - el sonríe- tus manos no son adecuadas para realizar estos trabajos, son demasiado delicadas y finas. - me lanza una mirada profunda, mis manos irritadas y frias yacían en las suyas.
El hace una mueca como si recordará algo, y suelta mis manos, luego de eso sitúa las suyas detrás de su espalda -

En unos días partiremos junto a mí hermano Mustafa a manisa, conoceremos el lugar, hable con mi madre para que te llevara con nosotros, después de todo... nos has ayudado bastante en este poco tiempo con los quehaceres. - terminó, yo asentí -

Gracias su alteza, pero no se si la sultana - el me interrumpió con su mano levantada-
De eso no te preocupes, como dije... ya hable con ella y acepto gustosamente.
Bueno, te dejaré seguir tranquila, nos vemos pronto Zerdali- el se marcha con una sonrisa, el era muy educado y feliz, se veía tan poca maldad en su mirada, la ternura gobernaba en ella.

Al irse el príncipe Mehmed seguí con mis quehaceres, ya terminando en el lugar me puse a descansar en el jardín, sentada bajo un árbol... contemplaba las hermosas rosas que hizo plantar la sultana Hurrem, era una vista preciosa... pero no tanto como la vista que se veía hacia el bosforo.
Todo parecía tranquilo, hasta que... una rosa cayó sobre mi cabeza -
Que... que es esto? - tome la rosa y mire hacia atrás, pero solo se veía el árbol y el palacio como adorno. Agite mi cabeza y volví a tomar la rosa, era de un color blanco precioso, cada pétalo brillaba al a los rayos del sol, mientras la contemplaba otra rosa cayó nuevamente, esta vez me levante y miré sobre el árbol, pero no había nadie ni nada.

Pero que es..- no pude ni terminar la frase y escuche un "buenas tardes Zerdali", eso me hizo saltar tres metros del susto, era el príncipe Mustafa que se dejó ver de repente tras el árbol, que les pasaba?, era de familia asustar a las personas?. En fin, el reía bastante a gusto, terminado al fin con una sonrisa. Yo solo dejé salir un suspiro de molestia.

Lo siento, realmente no quería asustarte- se acerca a mí con sus manos en la espalda -
No se preocupe su alteza, por casualidad no se encontraba con su majestad el día de hoy? - el asintió-

Así es, hoy pude volver a ver la sonrisa de mi padre, me ha felicitado por manejar como corresponde manisa, en el consejo varios pasha le hablaron bien de mi compromiso al parecer- le sonreí a gusto, algo en mi me alegraba verlo feliz -
Ya le dio la noticia a la sultana Mahidevran- dije sin más revuelos -

Eres la primera en saberlo Zerdali, además ella no sabe realmente como me he sentido estos últimos días, no he querido preocuparla- su mirada se veía más tranquila, en parte entendía el porque no le había dicho, era obvio que Mahidevran causaría problemas si sabia el estado de sus sentimientos, y para rematar culparia a la sultana Hurrem de ello.
Bueno, he venido aquí para invitarte a caminar conmigo- soltó- tu presencia me ayuda a escapar un poco de mis responsabilidades, me produces calma - sonreí, acepte su solicitud y comenzamos a caminar por los hermosos y grandes jardines del palacio, ambos nos sentíamos en paz cuando nos encontrábamos juntos.
Era una sensación inexplicable, aún así debía ser cuidadosa, no debía permitirme, darme el lujo de enamorarme de él.
Sin darnos cuenta nos alejabamos más del palacio, si, salimos de este para continuar nuestro camino por el tranquilo bosque que lo rodeaba, así fue como nos adentrabamos más en el, hasta que llegamos hasta el mismo lugar del el día anterior... el calor que emitía el sol era abrasador, tanto así que nuestra conversación se vio interrumpida por el.

Ya no aguanto más esto - dijo en tono serio, y comenzó a liberar su cuerpo de las pesadas y gruesas ropas, yo no entendía el porque, porque el estaba haciendo aquello frente a mi?...
S... su alteza - dije avergonzada, mi cara no daba más de lo roja que se encontraba, el me mira de reojo y sonríe-
Tranquila, solo iré a darme un baño en el río- se saco su camisa y no pide evitar babear por dentro, era demasiado sexy, su cuerpo parecía roca como piedra, de la nada le perdí de vista, se había lanzado al riachuelo sin importar como caer... corrí preocupada hasta el lugar, no se podía observar su presencia, quizás había caído mal y no habría podido salir a flote. Sin pensarlo comencé a sacarme aquel largo vestido, luego de liberarme de él me tire al agua sin pensarlo.

Príncipe Mustafa!- gritaba mientras trataba estúpidamente agitar el agua para tocar cualquier cosa, hasta que de repente solo siento un tirón hacia abajo, sumergiéndome unos segundos, unos brazos se antrelazaban en mi cintura y salgo a flote, y junto a mí el, si el... el príncipe me sostenía desde la cintura, se veía bien, se encontraba en perfecto estado con una estúpida sonrisa, eso hizo que me enfadara a tal punto que le levante la mano.

Pero como se le ocurre!, estaba preocupada por usted!- el detuvo mi mano, no pude controlar las ganas de abofetearle, como era posible que haya intentado tal cosa?, mis pensamientos daban a mil por horas, pero despues de todo pude notar que su sonrisa desapareció, y junto con eso, apareció una mirada de deseo incontrolable...-

Realmente te preocupaste por mi Zerdali... - antes de que pudiera emitir una palabra, el tomo de mi cabeza y choco sus labios contra los míos, me beso de una manera cálida, con unos toques de deseos que ni siquiera yo pude controlar, mi cuerpo se controlaba junto al suyo, mis labios se movían a los ritmos de los suyos, era como si estuvieran danzando en un tono musical de pasión y deseo, no podía detenerlo, ni a él... ni a mí.


El Hilo Rojo. (Mehmed Sultán - Mustafa Sultán).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora