Capítulo treinta y dos

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JOY

Domingo 1 de enero

Tarde de Netflix y mantita

Al parecer Alex y yo no hemos sido tan discretos como creíamos sobre lo nuestro... al menos no lo suficiente como para que Della no se mosqueara. Pero, bueno, es que ella siempre se da cuenta de todo. A veces antes que nosotros mismos. Por lo menos no hizo ningún comentario hasta ayer y nos dejó disfrutar de nuestro romance secreto por unos días.

—¿Lista?

Alex se asoma por la puerta entreabierta de la habitación. Ya lleva puesto el abrigo, las botas y un gorrito de lana, lo que indica que él ya está preparado para volver a la ciudad.

—Sí —le sonrío a la vez que termino de cerrar mi maleta y hago el amago de bajarla de la cama, pero él interviene.

—Dame aquí —dice mientras se apresura a ayudarme con la maleta.

—Gracias. —Echo un vistazo más alrededor de la bonita habitación y me detengo frente a Alex con un suspiro—. Extrañaré esto.

—Podemos volver cuando quieras.

Me muerdo los labios para contener una sonrisa.

—¿Podemos?

Alex suelta mi maleta y me pone las manos en la cintura.

—Sí, a menos que me dejes cuando lleguemos a Bellington. En ese caso no porque sería incómodo.

Abro la boca con falsa indignación.

—¿Es que no podríamos quedar como buenos amigos si te dejo?

Él finge pensarlo.

—Tal vez. Pero no de inmediato, tendría que superarte primero. Y me temo que eso me llevaría un largo tiempo. Quizá años.

Le rodeo el cuello con los brazos.

—Uf, qué tedioso. Será mejor que ni lo intentes.

—Lo sé, ¿cierto? —Arruga la nariz—. Pf, super molesto.

Sol de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora