Estaba apoyada sobre la pared descolorida del aula de ciencias y era el quinto caramelo de menta que me metía en la boca. Estaba nerviosa, casi como el día en el que me saqué el carnet de conducir; aquel día había olvidado quitar el freno de mano, y había hecho tres intentos patéticos de salir del aparcamiento antes de darme cuenta del error. Aún podía recordar ese nerviosismo, esas inmensas ganas de hacerlo bien, de superar la prueba y volver triunfal con la licencia.
Hoy me sentía igual, salvo por la diferencia de que no era yo quien debía librar la batalla, aunque los escalofríos en la espalda y los espasmos en el corazón eran iguales.
Cuando Axel dobló la esquina, apareciendo en mi campo de visión, me despegué de la pared. Era increíble la capacidad que tenía para verse tan bien un lunes por la mañana. Aún llevaba el pelo húmedo, y la mochila negra le colgaba con elegancia del hombro derecho. Y algo importante, no tenía ojeras, y quise estrangularle porque esperaba que hubiera pasado toda la santa noche estudiando.
—Hola.—me sonrió perezoso, con una sonrisa que podía semejarse perfectamente a la de Chesire, el gato de El país de las Maravillas.—¿Qué haces aquí tan pronto?
—¿Tú que crees? Vengo a comprobar que mi alumno se presenta a su primera tanda de exámenes.
—Tanta preocupación me hace sentir halagado, Maléfica. —cuando puso una mano sobre mi cabeza mi corazón comenzó a palpitar con rapidez. Le aparté poniendo cara de pocos amigos y le señalé con un dedo acusatorio.
—No estaría preocupada si te hubieras dignado a contestar alguno de los quince mensajes que te dejé ayer.
"¿Quince?¿No fueron acaso treinta?" , mandé a callar a esa pesada vocecita.
—Me estaba tomando en serio el papel de estudiante predilecto. —dijo mirándome con aquellos ojos burlones.
—Más te vale. Quiero resultados o tu cabeza rodará por este mismo pasillo.
De pronto agarró mi mano, tirando de mí sin emplear casi fuerza y sus labios rozaron mi oreja.
—No pienso decepcionarte, Emma.
Entonces me soltó, y yo tuve que disimular que estaba rabiosa por algo que sólo yo entendía, porque las mejillas se me habían encendido de un color brillante. Me llevé una mano a la cintura tratando de encontrar una postura que no hiciera tan evidente el estado de nervios en el que me ponía cuando Axel se aproximaba tanto. Yo era una bruja de las malas, ¿pero él? ¿Qué clase de poder misterioso manejaba conmigo?
Por un momento se me vino a la mente su declaración, aquella que yo me había tragado porque tenía menos neuronas que una ameba. A pesar de que ya lo habíamos hablado y ambos nos habíamos acabado riendo de la situación, una parte de mí no paraba de darle vueltas... Quizás porque no entendía por qué el corazón me había dolido así al descubrir que sólo se trataba de una estúpida broma.
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La mala del cuento ©. [TERMINADA]
RomanceNo hay nada peor en el mundo que un corazón roto, y eso Emma Wallace lo sabe bien. Dos años después de que Cayden se apartara de su vida, Emma sigue sin ser capaz de superarlo. Lo ha intentado todo: sentir indiferencia, mirar hacia otro lado cuando...