Media hora.
Llevaba media hora agazapada en el asiento del conductor, comiendo caramelos de menta sin parar mientras observaba desde la distancia el Starbucks dónde el tal Axel y yo habíamos quedado para urdir mi increíble plan malvado (que ahora mismo era más bien una mierda .)
Hall había llegado hacía exactamente cuarenta y dos minutos. Le había visto aparecer por la esquina de mi izquierda, lo que me había llevado a esconderme bajo el volante como una espía experta. Seguí con la vista como entraba con paso resuelto a la cafetería y como, por suerte para mí, se sentaba justo al lado de la cristalera que daba a la calle, lo que me daba total libertad para cotillearle como una enferma y decidir qué hacer o qué inventarme.
Lo cierto es que la cosa pintaba mal.
Aún tenía esa inquietud de que realmente fuese amigo de Cayden y yo lo desconociera. No recordaba haberlos visto juntos fuera del campo, así que no tenía ni idea de qué esperar. Me llevé dos dedos a la frente tratando de recordar si me los había cruzado por el pasillo, si los había escuchado reírse, o si tenían una foto juntos en instagram que se me hubiese pasado por alto. No estaba segura.
Apoyé la frente contra el volante. Vaya mierda de acosadora estaba hecha.
Estaba a punto de decidirme cuando recordé otra cosa aún peor: era amiguito de la venenosa de Bethany. Levanté la cabeza, observé la figura de Axel que proyectaba la cristalera, y la volvía a dejar caer sobre el volante soltando un gran suspiro. Madre mía, si se juntaba con ella como de malévolo podía ser este tío...
Pasaron setenta y seis minutos.
Esperé a que se fuera.
Pasaron cinco minutos más cuando finalmente se levantó desapareciendo de mi campo de visión. Una parte de mi se sintió aliviada y otra profundamente decepcionada de que estuviese a punto de acabar un plan que ni siquiera había comenzado. Aguardé con paciencia a que saliera del local; necesitaba verle marcharse por la misma esquina por la que había aparecido para así zanjar el tema, pero cuando Axel volvió a aparecer ante mis ojos no se estaba dirigiendo precisamente a la calle, sino a la misma silla dónde me había estado esperando más de una hora. Había traído consigo un vaso alargado repleto de un líquido oscuro. La boca casi me rozó los tennis. Yo me hubiera ido a los diez minutos. ¿Por qué pensaba que iba a aparecer? ¿A caso no era capaz de intuir que le había dado plantón?
Me metí otro caramelo de menta en la boca y salí del coche.
No sabía qué estaba haciendo. Ni qué iba a hacer. Pero me daba igual. Esto era definitivamente una señal.
Todo pasa por algo.
Abrí la puerta de la cafetería, dejando que el aroma a café me inundara por completo. Doblé una columna. No le busqué, porque sabía perfectamente dónde se encontraba. Sus ojos entraron de inmediato en contacto con los míos. Me sonrió en cuanto me senté.
—Llegas tarde.
—La puntualidad no es mi fuerte.
Axel me dedicó una larga mirada recostándose en la silla.
—La mía tampoco. —respondió finalmente.
Que mentiroso.
Quizás debí haberme disculpado por llegar una hora y media tarde, pero no lo hice.
Cuando la chica que trabajaba allí se acercó a nosotros, decidí que tomaría un café y Axel pidió otro batido más, con la vista clavada en la carta. Me fijé en la camarera, que no apartó los ojos de Axel hasta que se vio obligada a atender a los demás clientes.
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La mala del cuento ©. [TERMINADA]
RomanceNo hay nada peor en el mundo que un corazón roto, y eso Emma Wallace lo sabe bien. Dos años después de que Cayden se apartara de su vida, Emma sigue sin ser capaz de superarlo. Lo ha intentado todo: sentir indiferencia, mirar hacia otro lado cuando...