—¿Y nosotros? —señaló a Adrik.

—No les pasará nada —habló segura, mi hermano menor cerró la boca y volvió a abrirla, sin saber que decir. T/n bufó frustrada—. Si te sientes inseguro si no tienes algo para defenderte puedes ir a la cocina y buscar un cuchillo. A esos hombres no les sirves de nada, en cambio ellas sí —señaló a dos chicas junto a mis hermanos, mientras hablaba comenzó a vendarse las manos con una rapidez y una agilidad increíble—, ellos solo ven a las mujeres como mercancía, con el tiempo terminas desarrollando un sexto sentido para evaluar el precio de una mujer y déjame decirte que ellos lo tienen.

Se formó un silencio incómodo ante las crudas palabras de T/n.

­—Joder —susurró Adrik, levanté la mirada y vi como agarraba a Jude de la cintura y la traía hacia él.

—Alguien deme un celular —su tono de voz tan autoritario hizo que Artemisa se moviera rápido, tendiéndole su telefono, ella lo tomó y marcó un número. Dejó el aparato en el piso después de ponerlo en altavoz y al primer tono contestaron­—. Ellos están aquí.

—Estamos allá en minutos.

Cortaron.

Todo estaba pasando tan rápido que apenas lograba procesar las cosas.

—Tienen que ser inteligentes y no morir, desaparecerlos sería complicado —murmuró ella. Artemisa parecía horrorizada viendo como D'angelo se movía de un lado al otro dentro del baño, lavó su rostro y abrochó sus zapatos. Miró su reloj, sonrió y volvió a hablar—: Si me secuestran, díganles que... —se lo pensó un segundo— me secuestraron.

—No sé qué está pasando —susurró Aleix. Recogí la otra Glock que ella había cargado antes y la seguí fuera del baño, los demás nos seguían.

Volvió a mirar su reloj y una sonrisa se formó en sus carnosos y lindos labios.

—Están dentro.

T/N D'ANGELO

Todos se callaron cuando esas dos palabras abandonaron mi boca.

—Jude y Artie escóndanse bien, ustedes —señalé a los Cash— tienen que protegerlas, no se cuentos hombres vinieron, así que tengan cuidado. Mis ojos chocaron con los de Aegan, tan grises, tan profundos, sacudí mi cabeza, los miré a todos antes de darme la vuelta y salir de la habitacion de Aegan.

—Todo esto se siente como si hubiera un asesino en la casa.

Antes de irme le respondí a Artemisa.

—No hay uno, hay más de cinco.

Cerré la puerta y bajé dos escalones, una bala me llegó a la pierna a quemarropa, solté un gruñido, mi pantalón se había desgarrado, seguí bajando con más cuidado y mi mirada ubicó a un hombre con aspecto fuerte y robusto. Al verme levantó su arma y me apuntó, pero antes de tan solo llegar a herirme ya le había incrustado una bala en el centro de la frente. Un suspiro de cansancio dejó mis labios. Cuando terminé de bajar la escalera me asomé a los lados para ver si había alguien. Estaba todo muy silencioso y solitario, pero sabía que eso no duraría mucho, el ruido de los disparos los había alertado.

Comencé a caminar directo a la boca del lobo.

—Perra D'angelo, ¿estás ahí? —una voz llena de disgusto, pero conocida llegó a mis oídos. Me puse alerta al instante, tenía que fingir una seguridad.

—Pero sí es el mismísimo Evancito, tanto tiempo, amigo, la ultima vez que hablé contigo terminaste con el brazo fracturado —me volteé hacia él, se veía más amargado que antes, su pelo era más blanco, pero todavía se encontraba en forma, sus ojos verdes me detallaron de arriba abajo y sentí repulsión. Llevaba una pistola en su pantalón, aun no la había sacado, lo que me daba un poco de ventaja.

Jaque mate [Aegan Cash y T/n]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora