Palabras Imponentes

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Mei apresurada entró a la habitación de  Yue quien yacía débil sobre su cama, Mei se acercó, su madre estaba pálida, casi inconsciente, la chica sintió una inexplicable pesadez, Yue estaba peor de como la había dejado, la chica acarició la mejilla de su madre.

- Madre, ¿madre?, ¿qué te ocurre?- murmuró Mei, Yue no respondía, estaba muy débil incluso para hablar.

Tao había seguido a Mei y dudoso se mantenía en la puerta de la habitación, quería ayudar, pero Mei había sido muy clara en su rechazo.

Se mordió el labio buscando las palabras correctas.

- Si me lo permite...- comenzó Tao inseguro.

- Le pido que se retire, Su Alteza.- ordenó Mei sin siquiera volverse a verlo, Tao enmudeció un momento, mas no se detendría.

- Mandaré traer al médico imperial- indicó Tao, Mei no le respondió, la chica se mantuvo acariciando la mano de Yue, si bien, Yue había sido una madre dura, estricta, incluso malvada, Mei jamás negaría el amor que recibia de su madre aunque sus actos no fueran los correctos.

Al cabo de una hora de espera, de incómodo silencio entre las sirvientas, Mei y Tao, el médico imperial llegó.

Con una reverencia lo recibieron, un anciano con amplia experiencia que había tratado tanto al padre del Emperador Tianlong, al mismo Tianlong y había presenciado las trágicas muertes de concubinas y los débiles herederos del Emperador.

Mei y Tao tuvieron que esperar fuera de la habitación de Yue, con un par de pasos de distancia el uno del otro.

- Agradezco su apoyo, ¿mas no debería estar el Médico Imperial a lado del Emperador en caso de ser necesario?- cuestionó Mei.

- Padre Imperial está más saludable que nunca, no notará la auscencia del médico, y si llegara a notarla, no le importaría, la Señora Chu es importante para su familia.- dijo Tao.

- Un médico regular de buena reputación hubiera sido suficiente, del tamaño del favor es la paga, no quiero deberle a usted.- dijo Mei con fría determinación, Tao no pudo evitar sentirse ofendido.

- No lo hago por pedirle algo a cambio a usted, mas me hubiese gustado que mi madre recibiera la mejor atención cuando la necesitó.- confesó Tao, Mei tensó la mandíbula, sabía la historia de los hijos del Emperador, sólo la Emperatriz había logrado sobrevivir un parto, con salud débil y sin la posibilidad de engendrar más hijos, la madre de Tao había muerto después del parto, así como la de Zhao, el tema de la salud de una madre era algo delicado para los Príncipes.

- Gracias- se limitó a decir Mei.

Después de un rato, el médico salió de la habitación con un gesto nada alentador.

- ¿Qué es lo que le ocurre?- preguntó Mei de inmediato, el médico la miró con lástima.

- La Señora Chu parece tener un mal en la sangre, muy avanzado, no... no le queda mucho tiempo.- indicó el médico.

La mirada de Mei se nubló y amargas lágrimas brotaron, Tao la sostuvo antes de que la chica cayera sobre sus rodillas, la noticia era devastadora.

- No, no, no- sollozaba Mei desconsolada.

Llegando justo a la mansión, Lian caminaba cerca de la habitación de Yue, había vuelto sola, Xen se había quedado con Zhao hablando de Kang Bo y sus secuaces, a Lian le habría gustado quedarse, pero recordaba la determinante negativa de ambos, podía lidiar con uno a la vez, pero cuando Zhao y Xen estaban del mismo lado no podía hacer nada contra ellos, Lian soltó una risilla boba pensando en ello.

Mas su risa desapareció en seco tan pronto escuchó un llanto desgarrador saliendo de la habitación de Yue, no lo pensó dos veces, Lian entró, para su sorpresa era Mei llorando desconsolada frente al médico imperial siendo sujetada por Tao quien no sabía que más hacer.

Lian se acercó y acunó el rostro de Mei.

- Hermana Lian- murmuró Tao saludando por inercia, Lian tan sólo asintió con la cabeza.

- Mei, ¿qué ocurre?, estoy aquí, ven- dijo Lian acercandose a Mei quien de inmediato soltó a Tao y abrazó a Lian.

Lian miró al médico y a Tao, ¿qué ocurría?

Lian sacó a Mei de la habitación y la llevó a pasear por el jardín esperando que eso la tranquilizara.

Tao la vio marcharse y suspiró, Mei no había dudado ni en su momento más vulnerable y había rechazado su consuelo, era evidente, el amor que una vez le había tenido, se había esfumado.

- Haga todo lo posible por darle más tiempo de vida y estabilizarla- ordenó Tao al médico, el anciano asintió.

Ya no había nada más que pudiera hacer, Tao se retiró para volver al Palacio, solo podía estar al pendiemte de la salud de Yue y el bienestar de Mei.

Mei y Lian caminaban por el jardín de peonias, la chica estaba recuperando la calma.

- Madre morirá pronto- aseguró Mei, Lian abrió los ojos con sorpresa.

- ¿De qué?, ¿por qué?-

- Algún mal severo de la sangre...- dijo Mei caminando ya por su propio pie-... no creo que viva para verme vestida de novia-

- No estés tan segura de ello.- trató de alentar Lian.

- Creo que eso será lo mejor, ya que no planeo casarme, no pronto y no con quien ella quisiera.- dijo Mei.

- Mei...- llamó Lian.

- La familia Chu pasará a Wong, la familia Liu a Xen, y yo, yo necesito encontrar mi propio camino.- dijo Mei deteniéndose sobre el puente que atravesaba el estanque de la mansión, aquel del que Lian se había caído y Xen le había rescatado.

- ¿A qué te refieres Mei?- cuestionó Lian.

- Cuando Madre muera, me iré de la mansión Chu, buscaré mi propio lugar fuera de la Capital.- sentenció Mei.

- Mei, no puedes hacer eso- reprochó Lian temerosa por la fiereza en la mirada de Mei.

- ¿Por qué no?, Lian, aquí solo soy la Primera Señorita Chu, no soy más que una primera opción para casarme con alguien, toda mi vida fui educada y entrenada como mono de circo para complacer a un solo hombre al que yo no he de elegir, no importa si soy inteligente, no importa que habilidades tenga, solo importa que lo entretenga y le de hijos, al menos, fuera de la Capital poder probar mi valor con mis propios méritos.- dijo Mei con palabras imponentes, Lian no podía evitar sentirse orgullosa, sonrió a su prima, sin importar lo que pasara en la novela de ahora en más, el cambio más importante era Mei, y que su vida se alejara de su cruel destino era su gran alivio.

La Villana del Loto DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora