El plan era recibir a "Spencer" en mi departamento y que Hanna saliera del baño de forma sorpresa... a ver si la reconocía o que sucedía.
El timbre sonó y algo nerviosa abrí la puerta.
La castaña abrazo de mi cuello con sus brazos de inmediato y beso mis labios.
Recibí el beso algo incomoda, sabiendo en aquel instante que no era realmente Spencer aunque luciera idéntica a ella.
—¿Que pasa?— preguntó enseguida de separarse— ¿Estas bien?— ella preguntó al mismo tiempo que cerraba la puerta.
Asentí.
—Estoy bien, si. Tranquila...
Nos interrumpió el sonido de otra puerta y Hanna apareció en el living, la persona que se hacía pasar por Spencer miraba a Hanna y sonrió.
—Hola, Hanna. ¿Que haces aquí?— ella dijo, haciendo que la rubia riera de forma sarcástica.
—Deja de engañarnos y cuéntame, ¿Quien rayos eres? Ya sabemos que no eres Spencer.
—¿De que hablas?— La castaña preguntaba y me miró —Soy yo, mon amour. Lo sabes —nuevamente esa mirada suplicante.
—No se quien eres... pero dime, podemos ayudarte. Claramente tú y Spencer son parientes, gemelas...
La castaña pasó una mano por su frente, desesperada y pude notar cómo su ansiedad comenzaba a hacer acto de presencia.
—¿Quieres unas pastillas? Dime, que hago— sabiendo que algo podría ocurrirle, asintió. Tome su bolso y busque el frasco, lo abrí y entregué una pastilla.
Ella la tomó y metió en su boca, se sentó en el sofá, recuperando su respiración.
—Necesito que digas quien eres o te juro por dios que te quitaré la cabeza— Hanna amenazo molesta y fuera de si.
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—Soy Alex, Alex Drake— dijo después de unos segundos.
Ni Hanna, ni yo dijimos algo más.
—¿Conoces a Spencer?— pregunté después de segundos.
—No, no hasta que me crucé contigo. Descubrí que... tenía una hermana gemela después de nuestro encuentro en el metro— dijo algo nerviosa mirando a sus dedos, jugaba con ellos.
—Mírame— pidió Hanna, aún molesta y estresada por la situación— No saldrás de aquí hasta darnos explicaciones, Spencer viene en camino.
—¡¿Que?!— gritó ella, exaltada.
—Lo siento, yo...— dije nerviosa al ver su estado, estaba por tener otro ataque de ansiedad.
Tome sus brazos y me agache a su altura.
—Solo, sigue mi respiración... estarás bien— imito mi respiración profunda por un minuto y pudo relajarse, todo esto mirándonos fijamente a los ojos. Aunque los suyos no tenían el mismo brillo que los de Spencer, ni trasmitían lo mismo... tenían su magia.
