XLIII: Tensión

                                    

                                          
Lunes 10 de octubre, la tensión en la casa de los Rose era palpable.
Habían pasado dos días desde que Selene le borró la memoria a Silver. A pesar de que el albino quería una explicación y la mayor le rehuía como podía, actuaban de manera normal, pues no querían que Amy supiese nada.
Silver se planteó muchas veces el decírselo, pero llegó a la conclusión de que todo sería mucho mejor si no lo hacía. Quería dar ya la solución al problema, sin marear a su hermana.
Trataban de hacer vida normal, todo lo normal que se podía claro. Los hermanos seguían manteniendo la casa y las cosechas mientras su madre se iba a trabajar, y Selene se escudaba en su hija lo máximo posible para no quedarse a solas con el erizo. Todavía no se le había ocurrido una solución.
Amy, por su parte, se dedicó a recolectar el máximo número de libros sobre buenos modales, y clase alta en general, posibles. Había que recordar que en cinco días tenían el famoso baile en palacio. No podía permitir dejar mal a sus amigos. Ahora se encontraba a solas con su hermano en el salón. Su madre se fue a trabajar hacía unas horas y ellos habían terminado de airear la tierra. Pronto tendrían que plantar para el invierno.
—Silver, ¿no estás nervioso?
—¿Yo? ¿Nervioso? ¿De qué? —dijo tratando de disimular. La verdad, sí estaba nervioso. No le gustaba ocultarle las cosas, mucho menos cuando se trataba de algo relacionado con su madre.
—El sábado es el baile y Sonic y Blaze no nos han dicho nada más al respecto.
—Sí, es verdad. —Lo último que tenía en la cabeza esos días era el dichoso evento. Ni siquiera lo recordó cuando vio a Blaze—. Pero bueno, tampoco es que podamos hacer gran cosa. Tenemos la ropa y es lo que más importa. Aunque también deberíamos conseguir unas máscaras, el baile era sobre eso.
—Sí, es cierto. Pero yo me refiero más a un tema de modales. ¿Qué pasa si no estamos a la altura?
—Yo creo que estaremos más a la altura que muchos otros. —Sonríe un poco arrogante—. Tenemos más educación de la que todos creen.
—Ya pero-.
—¿Pero...?
—... Nunca hemos estado en ese tipo de ámbito. Estoy nerviosa.
—Ey, solo hay que ceñirse al plan de estar el máximo tiempo posible con ellos. Además, mientras estemos juntos no va a pasar nada. No vamos a dejarnos pisotear por cuatro ricachones simples.
Ella sonrió un poco aliviada. Tenía razón, no debía angustiarse tanto. Lo haría bien. La llegada, la presentación, el baile...
—Silver, ¿tú sabes bailar?
—... No. —Ahora sí tenía un motivo por lo que angustiarse. Ella tampoco sabía, al menos no de esa manera. Ambos estaban acostumbrados a los bailes que hacían cuando había celebraciones en el barrio. Unas danzas que los burgueses denominan "bailes paganos". El erizo vio la cara de pánico que se formó en su hermana. Pero él no perdería los nervios tan fácilmente—. ¿Has estado recolectando libros sobre modales y demás, no? Seguro que en uno de ellos habrá algo relacionado con aprender a bailar.
—¡Sí! —exclama ella como si hubiese recibido una iluminación. Se levantó del sofá y fue corriendo a su habitación. Antes de que pasase un minuto salió con un libro entre sus manos.
—Qué rapidez —dice él. Cuando algo le rondaba la cabeza era un nervio andante.
—¡Lo tengo! En este libro hay varios capítulos que explican como bailar.
—Genial, ya tienes algo con lo que entretenerte por mientras.
—Tenemos. ¿No querrás dejar en ridículo a Blaze por no saber bailar, verdad?