Capítulo 29: Idea espontánea

289 31 122
                                    

Los últimos días habían sido más diferentes de lo que acostumbraba, quizás era porque empecé a realizar cosas que nunca antes hacía, a tener una vida social más activa e incluso, de alguna manera, a olvidar aquello que me atormenta durante más tiempo.

No sabía qué era lo que me mantenía así, pero me hacía sentir vivo, cómodo y feliz, demasiado feliz.

Tal vez este es el efecto que Ha-neul tiene sobre mí, pues junto a él es que me he atrevido a hacer o decir cosas que antes no hacía, es como si él me impartiera aquella confianza que siempre necesité, pero que nunca tuve hasta ahora. De alguna manera, los dos terminamos planificando una pijamada en su casa, surgió como una idea espontánea, que dudamos de si convertirlo en una realidad o no, pero la libertad que tendríamos para el fin de semana, nos permitía llevar a cabo nuestro plan.

Amanecí en un sábado poco habitual, después de bastante tiempo, finalmente me encontraba solo en casa, ya que mis padres volvieron a viajar junto a las personas de su iglesia, para ir a un retiro espiritual, por lo tanto, estaba segurísimo de que no regresarían hasta el lunes por la mañana. Logré no ir con ellos con la invención de excusas muy convincentes sobre que tenía tareas y actividades del colegio por terminar, aunque no era así en realidad, ya que me encontraba libre.

Me desperté más temprano que de costumbre, el día estaba muy caluroso, mucho más que antes y, a pesar de haberme criado en una región tan calurosa como lo es esta, apenas lo podía soportar. El sol y el calor me molestan a niveles monumentales, si fuera por mí, estaría dispuesto a vivir en un congelador durante la eternidad.

Odio sudar y cansarme con facilidad, había tomado una muy mala decisión al caminar desde mi casa hasta el barrio de Ha-neul, en vez de coger un taxi o el bus. Mi espalda estaba empapada de sudor, mi rostro se sentía muy caliente y ardía un montón, al igual que las plantas de mis pies, a pesar de haber desistido de vestir con mangas largas, me sentía muy sofocado con la camiseta negra que traía puesta.

Por alguna extraña razón casi toda mi ropa es negra, así que no tengo más opción que ponerme lo que tengo y aguantar el calor.

Un sentimiento de irritabilidad me invadía en el interior, tanto así, que el camino resultó ser mucho más largo de lo que era. Llegué a la gran casa con las últimas, sintiendo que estaba a punto de desplomarme por insolación o un golpe de calor, elevé mi mano con debilidad hasta el botón del timbre y di un par de toques, esperando que alguien abriera la puerta lo más rápido posible.

Cerré los ojos mientras secaba el sudor acumulado en mi frente y suspiré con fuerza, mi cuerpo se sentía muy pesado, apenas podía mantenerme quieto.
Noté que una pequeña luz se encendía frente a mí, lo más probable es que sea de la cámara interior de la casa, que permitía observar quien estaba fuera.

Cosas de gente con dinero.

Observé los alrededores y me sorprendí al ver un montón de adornos decorando la entrada, era increíble el hecho de que aún nadie se los había robado.

El sonido de la puerta siendo abierta llamó mi atención por completo y debido a eso levanté la mirada, chocando con unos ojos color miel que me observaban fijamente. Ha-neul tenía una sonrisa decorando su rostro, su cabello se encontraba ligeramente despeinado y por la expresión que cargaba en el rostro, daba la sensación de que él se encontraba haciendo algo extraño.

—Ho...la...—apenas pude decir, porque me encontraba fatigado, no obstante, cerré los ojos y suspiré con fuerza —. ¿Qué estabas haciendo, Cielo?

Paraíso OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora