XXXI: Invitación a los Rose

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La tensión en el ambiente de la cena, del palacio en general, era más que palpable, todo por la presencia de la reina. Ya no se escuchaban a las mucamas conversar con los hermanos ni las historias de ellos, de hecho no se escuchaba nada. Tenían la vista fija en su plato y sus pensamientos en otra parte.

—Hijos, estáis muy callados. ¿Os sucede algo?

—No —responde Blaze de manera seria. Todavía no podía creer que ya quisiese buscarles pretendientes, menos cuando ella no tenía ni diecisiete años. Pero lo peor de todo es que su hermano había cedido sin siquiera intentar rebatirle.

Sonic se limita a seguir mirando su comida. Es cierto que había aceptado la propuesta de su madre, pero solamente para evitar que ella pudiese escoger. Eso sería una auténtica pesadilla para todos.

—¿Cómo será el baile? —Se atreve a preguntar el azul.

—Bueno, podréis invitar a quien queráis, pero será mejor si tenéis interés romántico en ellos. Por supuesto, yo invitaré a quienes me parezcan una buena elección. En cuanto a temática, he pensado que, para hacerlo más interesante, sea un baile de máscaras.

Ahora es la gata quien se ausenta de la conversación, de hecho, se ha quedado estancada en la primera frase de su progenitora. “Será mejor si tenéis interés romántico en ellos”. No tenía la mente como para pensar en esas cosas por el momento. Una terrible crisis estaba sobrevolando su pueblo. Su hermano y su madre seguían conversando, su nivel de concentración solo le permitía escuchar murmullos.

Por mucho que lo intentase, no conseguía encontrar ningún tipo de interés en príncipe alguno. Le parecían arrogantes y con demasiados delirios de grandeza, así como su madre. Desde luego era de los clásicos tópicos sobre la realeza, o quizás es que su hermano y ella eran los extraños. Quería creer que no.

—Ya he terminado —dice Sonic para que, inmediatamente, venga una mucama a recoger su plato. Se levanta.

—Sí, yo también —habla la morada. La misma doncella recoge su plato.

—Pero si no has comido nada hija.

—No tengo hambre. —Se levanta y se dirige a la planta superior acompañada del erizo.

La madre suspira levemente y continúa con su comida. No se preocuparía más de lo debido, al fin y al cabo tendrían que acabar aceptando la situación. No les quedaba de otra.

Arriba los hermanos caminan en silencio hasta llegar a la habitación de la gata, quien abre la puerta, arrastra los pies frente la cama y se deja caer sobre ella de espaldas.

—Blaze... —El azul entra y se sienta a su lado.

—No asimilo que esto esté ocurriendo. Que madre haya vuelto y que nos esté quitando la poca libertad que nos quedaba. —Su tono se notaba apagado.

—Lo sé, yo tampoco. —Admite.

—¿Entonces cómo puedes estar tan tranquilo? —Se incorpora.

—Porque en un futuro nos tocará aceptarlo por más que odie y porque las máscaras me han dado una idea.

—¿Máscaras?

—Supongo que no nos estarías escuchando. —Blaze asiente dándole la razón—. Madre ha dicho que será un baile de máscaras.

—¿Y cuál es esa idea que has tenido?

—Bueno, al tener todo más aura de misterio podemos invitar a quien queramos. Madre misma lo ha dicho. Podríamos traer a Silver y Amy para amenizarnos la velada.

—Diría que le había molestado la idea de volver a utilizar a los Rose como método de escape de la realidad, pero no. Esta vez sí que iba a agradecer enormemente su compañía—. ¿Pero cómo lo haremos? Madre solo nos dejará invitar a gente de la realeza de otras regiones y de clase alta.

Prejuicios [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora