El banquete empezaría pronto, Habi se detuvo en su camino al salón dónde departirían, nuevamente se había alejado de su ahora esposo con el pretexto de que las mujeres de la familia la llevarían allí. Alegó que quería refrescarse y se quedó en un baño, se sentó en una butaca porqué sí, era un baño enorme digno de palacio con sillones elegantes incluidos. Las chicas hacían guardia afuera dándole su espacio pero sin dejarla sola. Respiró profundamente una vez y luego otra al sentir que le faltaba un poco el aire. Volvió a hacerlo al no ver mejoría. Su ritmo cardiaco se incrementó y se sintió sofocada, miró su reflejo en el espejo y una ráfaga de pánico la inundó. Como si alguien le hubiera dicho alzó la mirada y vio una puerta en el otro extremo del lugar corrió hacia allá esperando que el ruido de la ropa y sus joyas no dieran aviso. No tenia idea de lo que estaba haciendo, solo quería salir de allí. Abrió y salió a un nuevo pasillo. Se recogió la ropa y avanzó con prisa.
- Princesa... –dijo una voz a sus espaldas. Ella se detuvo jadeando por la carrera y por los nervios que la inundaron al sentirse descubierta y sobre todo al identificar por quién. Se dio la vuelta con toda la calma que pudo aparentar.
- Jeque Azzam. –respondió con voz un tanto entrecortada.
- Veo que lleva mucha prisa. –observó neutro. Esos ojos pensó ella, no era fácil adivinar que pensaba ¿intuiría que prácticamente iba huyendo? ¿se lo diría a él? Eso le quitaría días en su dichoso trato con Zaím ¡Maldición!
- Un poco... -¿Qué podía decir? Bueno, iba huyendo sin saber a donde, un ataque de pánico, lo normal...
- ¿Puedo ayudarla?
- ¿Vino en helicóptero? –preguntó desistiendo de mentir. Lo vio sonreír y volverse más guapo si cabía. Si Azima se quedara con él harían bebés increíbles.
- A su disposición si así lo desea. –aseguró. Hasta la voz le brindaba puntos, muchos de ellos a su atractivo general.
- ¿Solo a la mía? –sondeó dudosa. Él rio esta vez. Demasiado guapo para su propio bien y aun así no afectaba a sus hormonas, vaya.
- Me temo que no, a disposición de los dos. De Zaím y suya por supuesto. Aunque él tiene los propios.
- ¡Rayos! –gruñó.
- Me temo que no le ayudaría en su huida Princesa, no solo porque es mi amigo sino porque me mataría si supiera, está tan... entusiasmado con usted que tampoco yo me lo perdonaría. –dijo todo elegancia y sentido común, ella lo odio un poco, solo un poco.
- ¿Quién dice que estoy huyendo? Solo, paseaba con rapidez.
- Y necesitaba un helicóptero para ello por supuesto.
- Por supuesto. –entusiasmado con ella, había dicho su amigo. Empecinado más bien. Esos dos, ya veía porque se llevaban tan bien. Algo en él le decía que tenía muchas cosas en común con Zaím sin necesidad de saberlas. –Le pido no le comente mi repentino deseo de...
- ¿Huir?
- De pasear. –arrastró las palabras molesta. Él trató de ocultar una sonrisa.
- ¿Por qué debería de ocultárselo a Zaím? –preguntó con suavidad engañosa.
Claro, allí estaba lo que ella presentía. Eran tal para cual. No dudaban en entrar de buena gana a algo que les proporcionaría entretenimiento y diversión. Ella no se amilanó por supuesto, no lo había hecho con Zaím, así que este Jeque no sería la excepción. Le sonrió divertida. Él la analizó con curiosidad.
- Va a delatarme entonces. –lo vio encoger los hombros con indiferencia. -¿Qué gana con eso?
- Un poco de diversión a costa de un buen amigo.
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Princesa Habiba (Princesas de Durban 2)
RomanceHaber gozado del favoritismo de su tío el rey de Durban desde que tiene memoria hace que a veces una princesita se sienta demasiado libre, es decir, que crea que puede hacer cosas "inocentes" como nadar desnuda. Esto provoca un incidente que le cam...