HALLIE.
No recuerdo la última vez que me sentí tan en paz conmigo misma, la vida da tanto giros inesperados que apenas te deja respirar. Observe mejor el bosque a mi alrededor, a pesar de que muchos pueblerinos lo consideraban tétrico y algo atemorizante, para mí era un lugar hermoso y pacífico. La soledad que hay en este lugar me reconforta en lo más profundo del alma, es uno de mis momentos favoritos del día, y a veces de la noche.
—Sabía que te encontraría aquí— una voz me saco de mi tranquilidad.
—Jason, ¿qué quieres?
—Mamá a estado preguntando por ti, y ya no se me ocurren las excusas para inventarle.
—¿Sabes lo que quiere?
—No, pero imagino que tiene que ver con lo que paso hoy en la universidad.
Ese era precisamente el tema que no quería tocar, no ahora, no mañana.
A veces mi familia olvida que no soy como ellos, y que a diferencia de muchos, yo no tengo control de lo que me pasa, ojalá lo tuviera, pero no es asi. Para mí no es grato vivir lo que vivo, si fuera por mí, me arrancaría el lado sobrenatural que me condena y lo dejaría olvidado por el resto de mis dias, pero no puedo, nadie puede quitármelo.
Dicen las leyendas que solo los Dioses pueden quitar los dones que conceden, pero siendo realista, dudo que pueda comunicarme con alguno para ver si pueden liberarme de esta tortura. Ahora más que nunca entiendo por qué mis antepasados intentaron a toda cosa deshacerse de este estúpido gen sobrenatural, es una maldición y una condena de por vida.
—No tengo ánimos de hablar sobre eso— suspiré apoyando mis brazos en la baranda de madera de la casa del árbol.
—Sabes que esa respuesta no convence a nuestros padres, Hallie.
—¿Tienes una respuesta mejor, hermanito?
—Diles la verdad, después de todo, no pueden juzgarte.
Ese era el gran problema, me juzgan de igual forma. Hall y Janine Branson siempre han dicho comprender mi situación, dicen ser conscientes de la posición en la que estoy, y que a pesar de todo está de mi lado, pero sé que en el fondo me juzgan por ser diferente a ellos, ser diferente a mis hermanos, ser diferente a toda nuestra familia.
Yo nunca pedí esto, simplemente paso, y a pesar de que mamá se echaba la culpa de mi condición, la verdad es que ella tampoco la tiene. Nadie tiene la culpa de que una persona nazca con capacidades diferentes, pero en mi caso, echarse las culpa en la solución más fácil.
—De verdad que no tengo ánimos en estos momento, Jason— resoplé, alborotando los mechones rubios que tenía sobre mi rostro.
Jason sin decir nada se acercó al árbol y escalo la escalera de tablas unida al tronco, al llegar arriba se puso a mi lado, apoyando los brazos en el barandal de la misma manera que yo.
—Sabes que conmigo puedes hablar de todo, Hallie— su mirada chocolate cayó en mi—. Cuéntame lo que viste o sentiste.
Suspiré. —La señora Hawks va a morir.
La señora Hawks es nuestra profesora de bioquímica, una mujer de cuarenta y tanto con varios post grados y magísteres. Las cosas habían estado bastante tranquilas durante su clase, pero todo cambio cuando tuve que ir a dejarle mi informe a su escritorio, al estar cerca de ella sentí su helada presencia, estaba merodeándola, contando los minutos para llevársela. Mi vista se nublo en ese momento, dejándome paralizada con el informe a medio dejar sobre el escritorio, la señora Hawks me dio una mirada confundida y tomó la carpeta, su mano rozó ligeramente mis dedos, y las incontenibles ganas de gritar aparecieron, no logre contenerme, el grito salió tan fuerte y agudo que la profesora casi se va de espaldas de su silla, nadie entendía lo que pasaba, incluso Johanna (una compañera de carrera que estaba cerca) cayó desmallada por mi gritó.
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Lazos Perversos [Libro 3]
FantasySoy la portadora de malas noticias, un ser despreciado por anunciar malos augurios a las familias, la premonición de las desgracias. Por alguna extraña razón la muerte ha estado merodeando Appleby, y eso me tiene con los sentidos en alerta. Algo osc...