XXVII

304 30 1
                                    

De alguna forma Leonie consiguió sobrellevar una semana. Ella temía las clases de inglés tanto como deseaba ver al padre Gabriel. No levantó la mano cuando él hizo algunas preguntas a la clase ni siquiera cuando se las sabía. Ella evitó mirarle.

Cuando él se giró para escribir algo en la pizarra se permitió observarlo. La parte de atrás de su cabeza tenía una forma perfecta, la manera en la que su pelo se estrechaba hasta su cuello. Sus hombros eran anchos y proporcionados y entonces Leonie recordó la fuerza de sus brazos.

Lo siento. Ella deseó silenciosamente decirle esas palabras, deseando poder comunicarse con él, deseando que él le perdonara.

Él nunca mostró enfado o disgusto hacia ella. Él era simplemente educado pero serio.

Eso dolía.

No ayudaba que Suki Laverne estaba siendo cada vez más y más perra. Leonie no estaba segura del porqué pero las demás siempre parecían estar de su lado. Tal vez fuera porque Leonie lo estaba haciendo bien en los ensayos. Leonie lo sabía porque ella misma sentía que estaba actuando mejor, pero también porque las demás se lo habían dicho.

Incluso el padre Gabriel, aunque estaba intentando no interactuar con ella, había comentado sobre su progreso. Su elogio fue frío y distante, pero esto solo lo hizo más significativo.

Después del ensayo Leonie, Mai y Figgy estaban haciendo chocolate caliente a última hora de la tarde en el refectorio de las de último curso. Esta era una sala que las chicas del último año tenían el privilegio de utilizar, para relajarse y hacerse bebidas calientes. Tenían sillones viejos y estropeados, mesas para hacer los deberes y estanterías con varias novelas antiguas. Todos eran obras respetables como Jane Austen y Charles Dickens. Las monjas confiscaron toda novela moderna que ellas creían inapropiadas, lo que era la mayoría.

Mai estaba discutiendo el último ensayo. "Con el resto de nosotros es como si el padre Gabriel supiera que necesitamos mucho ánimo ya que para la mayoría de nosotros no hay esperanza. Contigo, en cambio, da por sentado que tú puedes hacerlo."

"Ojalá" dijo Leonie.

"Debes saber lo buena que eres." dijo Mai mientras echaba el polvo de chocolate en la taza. "Siempre y cuando no te olvides de nosotras cuando seas famosa. Asegúrate de invitarnos a un montón de fiestas de famosos."

Figgy, siendo tan oportuna, había notado la antipatía de Suki hacia Leonie. " Ella te echa dagas con la mirada y siempre está murmurando con sus amigas. Ten cuidado con ella."

"No estoy segura de qué puedo hacer. No es como si yo me parase a hablar con ella." dijo Leonie

"Al menos Mercy está de tu lado. Suki estaba tratando de hacerte quedar mal ante ella pero Mercy no la escuchaba." dijo Mai.

Leonie estaba contenta de escuchar eso ya que Mercy le caía bien.

"No sé porque está todavía tan celosa." dijo Figgy. "El papel de Elizabeth es aproximadamente del mismo tamaño que el de Abigail. Yo creo que incluso tiene más líneas."

"Pero es más aburrida," dijo Mail. "Abigail es claramente la estrella. Ella tiene todas las partes sexys también."

Lenio tuvo flashbacks del padre Gabriel leyendo las líneas de John Proctor, tratando de rechazar sus avances. El paralelismo con su propia situación era vergonzosamente claro.

Mai estaba buscando dentro de una jarra de galletas, o bizcochitos como lo llamaban aquí. "Alguna vaca codiciosa se ha comido las mejores. Todas las de crema se han acabado. Solo quedan las viejas digestivas y están todas rotas."

"Me quedan algunas de chocolate en mi mochila," ofreció Figgy. "Puedo ir a buscarlas si las quieres."

"No te preocupes, estas servirán." Mai mordió la galleta. "Ya sabéis, aunque Mercy es genial, sería mucho más divertido si tuviéramos a chicos reales haciendo los papeles masculinos. Imagina al padre Stephen como Danforth, sería bastante escalofriante ¿no creeis? Y por supuesto el padre Gabriel como John Proctor. Solo piensa en él diciéndote esas líneas, Leonie."

Leonie no necesitaba imaginar eso. Ella lo había escuchado.

Mai continuó mordiendo su galleta. "Juro que ese hombre tiene algo por ti. Si no fuera sacerdote, tendrías que andar con ojo."

"Yo lo pensaba antes," dijo Figgy, mojando un trozo de la galleta en su taza. "Ahora ya no estoy tan segura. Él parece más formal de lo que era."

"Eso es porque está tratando de reprimir sus sentimientos. Es como El pájaro espino," dijo Mai. Ella estaba medio bromeando y Leonie hizo todo lo que pudo para no reflejar nada con su rostro.

Ella estaba bastante agradecida de que Harry no estuviera ahí. Después de su conversación el otro día, Harry podría haberse dado cuenta. "No he visto El pájaro espino." dijo Leonie.

"Deberías. Aunque es bastante lamentable, todos mueren. Pero la protagonista consigue dormir con el sexy sacerdote, así que esa parte es buena. Y ella se queda embarazada." le dijo Mai. "Solía haber una copia de la novela original aquí, pero la Madre Benedicta la cogió. Estoy bastante segura que ella la leyó antes de quemarla. Me lo imagino inspirándola a mirar al padre Stephen y tratar de estar a solas con él. Imagina si tuvieran un bebé. Probablemente haría una Virgen María y afirmaría que en realidad fue Dios quien la embarazó.

Figgy no pudo evitar reírse a pesar de que trató de desaprobarlo. "Un día te golpeará un rayo, Mai."

Leonie logró fingir una risa también pero todo el tema era un tormento para ella. Si no hubiera entrado en pánico y lo hubiera detenido, algo así podría haberle sucedido. Y no había manera de que sus habilidades de actuación estuvieran a la altura de hacer pasar al bebe del padre Gabriel como una concepción divina. 

Caer en la tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora